Capítulo 10

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Martina suspiró frente a la suite de su nuevo jefe, Anna le había entregado una tarjeta que servía de llave y se sentía muy extraña en ese lugar, había dado la instrucción para que le sirviera el desayuno a las 8:00 a.m. así que había decidido llegar una hora antes.

Se sentía molesta de nuevo por toda la situación, pero más por una creciente frustración que sabía nacía entre sus piernas, así que en su mente maldecía haberse encontrado con aquel hombre que al cual había empezado a utilizar para suplir sus fantasías.

Quizás debería buscar dos o tres a la vez para que la hicieran olvidar, la idea no le desagradó, pero volvió a suspirar, acto seguido se paró más derecha mostrándose altiva y con paso seguro ingresó.

Esperó ver una gran habitación, pero realmente parecía más un apartamento confortable con todo lo necesario para vivir ahí por tiempo indefinido, los espacios eran amplios y la decoración hacía parte de un estilo industrial. A Martina le gustaba también la decoración así que paseo por el lugar observando los detalles del estilo loft que al parecer era del gusto de su ahora jefe, y que concordaba con sus propios gustos.

Miraba los ajustes arquitectónicos que se habían hecho en el lugar, éstos no eran pretensiosos y ofrecían un atractivo visual que tiene que ver con las estructuras desnudas y paredes donde se observa el ladrillo al natural, acentuando su color con algún tipo de barniz. Había una variante moderna que incluía acentos en tonos cobres propia del estilo que invadió a New York en los años cincuenta, o por lo menos eso era lo que sabía después de leer un libro sobre el tema.

Se acercó a los grandes ventanales y observó una majestuosa vista de la ciudad a través de los cristales, algo que se obtenía al estar en el último piso del gran Hotel, el cual creía conocer en esos pocos meses de trabajo, pero se acaba de dar cuenta que éste tenía aún más por ofrecer.

El lugar por dentro le gustaba gracias al tipo de decoración de espacios diáfanos, amplios, techos altos y el estilo industrial, pero más le gustó la vista que ofrecía, sintiendo que podía perderse en ella por un largo tiempo.

Un carraspeo la sacó de sus pensamientos y la hizo girar hacia el lugar donde se había producido el sonido, o mejor dicho, a quien lo había hecho intencionalmente.

-Buenos días- dijo la mujer de cabello oscuro deleitándose con el hombre que estaba ahí vistiendo sólo un pantalón de pijama que colgaba grácilmente de sus caderas y dejaba al descubierto un fornido torso y agradable cuerpo, haciéndola salivar más de lo normal sin pretenderlo.

-Llegas temprano- responde aquel sin devolver el saludo.

-Sí, quise hacerlo, me gustaría hablar con usted...- él no la dejó terminar y simplemente caminó hacia lo que ella suponía era su habitación ubicada en el segundo ambiente del lugar.

Martina se quedó ahí de pie sin saber el porqué de la grosería de aquel hombre, que aunque estuviera más que bien en su apariencia, era un ser grosero y engreído.

Exhalo con su renovada molestia y se encaminó a la cocina en la cual encontró todo lo necesario para preparar algo que esperaba fuera del gusto de ese molesto hombre.

A su mente llegaron los recuerdos de la noche en que se conocieron, de sus sueños y de la noche anterior haciéndola sonrojar por un momento, pero inmediatamente negar, porque era sólo una extraña fascinación que estaba dispuesta a arrojar a la basura.

Miró nuevamente la lista y alzó una ceja negando con su cabeza, no había sido claro en lo que deseaba ella preparara, sólo en lo que no quería que utilizara, y entre sus especificaciones señalaba el tomate, las espinacas, los rábanos, el pan blanco, y otra serie de productos con los que podría hacer ricos platos, pero teniendo en cuenta la advertencia, sólo pensó en hacer algo sencillo, no sabía cómo le gustaba el café, así que hizo algo tradicional bajo en dulce y no tan fuerte.

Martina en busca del OWhere stories live. Discover now