Día 1.

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"Dazai kun es la estrella"

"¿Y qué obtengo a cambio?"

"El regreso del orden en esta ciudad"

"La paz de la ciudad ¿eh?"

"Buen trabajo."

Recordaba Chuuya la conversación que había tenido con el jefe en su oficina, mientras caminaba por los pasillos dentro del cuartel, quería regresar a su casa lo más pronto posible y tirarse en su cama para entrar en coma. Estaba agotado, había sido una noche en extremo cansada para todos los usuarios de habilidad que habían estado dentro de la niebla, pero en especial para él, gracias a Dazai.

Desde que Akutagawa lo ayudo a regresar al cuartel, al amanecer, no había tenido un descanso adecuado, porque claro, el quedarse dormido sobre el regazo de Dazai no contaba como descanso, había sido una acción involuntaria y completamente necesaria para recuperar el mínimo de energía y en la mañana poder entregar su informe a Mori, y muy a su pesar, recibir como recompensa, que jefe le aclarara que su trabajo seguía siendo rescatar al imbécil de Dazai.

Sin embargo, era él el que se sentí como un imbécil por lo que había contestado "No necesita agradecerme, sólo estoy haciendo mi trabajo." Y el hecho de que el trabajo implicara a Dazai, volvía a todo complicado, sobre todo, porque no se sentía particularmente molesto, no es que hubiera disfrutado el tener que activar corrupción para pelear con un dragón, y regresar a Dazai a la vida, mientras estaba en su estado más vulnerable y sin poder estar en completo control de su cuerpo, caer inocente y que el detective sostuviera su cara con ternura en lo que los subordinados de ambos derrotaban a Shibusawa, pelea que por cierto, no pudo apreciar del todo, para que luego, Dazai se fuera corriendo a cambiar de atuendo.

La gente decía que Chuuya, era una diva, porque no sabían que, en realidad, Dazai era todo una drama queen, mucho peor que él.

Chuuya suspiro, por más que lo intentara, su tren de pensamiento lo seguía llevando al mismo destino; Dazai, pues este había dicho "Usaste corrupción creyendo en mí" y esas palabras seguían revoloteando en su cabeza, desde el momento en que cayó sobre él, hasta ese instante, en el que regresaba a su hogar, encontrándose con la no tan inesperada sorpresa de que tenía compañía.

Chuuya volvió a suspirar y sin energía para pelear cerró la puerta, enfrentando los ojos avellana que lo observaban.

— ¿Cómo está el jefe? — lo saludó Dazai desde el sofá.

— ¿No deberías estar trabajando? —

— Eso hago —

— Sí, seguro — dijo calmado el pelirrojo, pretendiendo creerle, dejando su abrigo, sombrero y zapatos en la entrada. Para su sorpresa la presencia de Dazai no le molestaba, por ahora, debía ser el sueño que le nublaba el juicio.

— Si lo hago — replicó el detective — Me mandaron a hacer conteo de daños — sonrió.

Chuuya ignoró sus palabras, yendo directo a su habitación. Dejar a Dazai sin supervisión en su apartamento, mientras el entraba en estado vegetativo, era peligroso. En cualquier otra circunstancia no lo habría pensado ni dos veces, antes de echarlo de su hogar, pero dada la particularidad de los hechor ocurridos de la noche anterior, Chuuya podría darle el benéfico de la duda y esperar, que, en el mejor de los casos, Dazai se aburriera y se fuera por su propia voluntad, pues el ejecutivo no tenia energía para palear, eso era obvio y esperaba que Dazai lo notara.

— ¿Chuuya? — llamó Dazai desde el marco de la puerta.

— Si eres tan listo, lee entre líneas y déjame en paz — dijo Chuuya con la cara enterrada en su almohada.

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