Día 3.

948 81 20
                                    


Era entrada la noche, pero la prueba apenas comenzaba. Chuuya estaba en una lucha interna, nunca en su vida había tenido que hacer uso de esa carta para poder recuperar un poco de control sobre sí.

Era peligroso, pero era la única opción, Kouyou en un principio se había opuesto, pero al verlo tan desesperado decidió asistirlo junto con Paul.

Chuuya se encontraba en el centro del hiper espacio, junto con Konjiki Yasha rondando junto a él, previendo que hiciera cualquier movimiento.

Sólo debía resistir por un día, sería fácil. De haber tenido más tiempo habría pedido una misión en el extranjero, pero su agenda lo ataba a Yokohama, lo cual implicaba tener que pasar ese día tan crítico así, y para su mala suerte, libre de trabajo, lo cual lo hacía correr aún más riesgo.

24 horas encerrado, era poca cosa, él ya había pasado por torturas mucho peores, había decidido dedicarse esas horas para concentrarse en no cometer errores de los que después se arrepentiría.

24 horas así y después habría recuperado el control de sí mismo y resurgiría como un hombre libre para toda la vida.

Sólo tenía que pasar la prueba final.

Estaba sudando, se había desprendido de su abrigo, chaleco, guantes y sombrero, pero, aun así, el calor que sentía era abrazador.

Kouyou se había ofrecido a distraerlo, a que la acompañara a revisar sus asuntos dentro de la mafia, inclusive habían considerado la posibilidad de pedir la ayuda de Mori para evitar la catástrofe, sin embargo, Chuuya se conocía y sabía que a menos que tuviera una barrera física lo suficientemente resistente, encontraría una manera de llegar a su funesto destino.

-x-

Del otro lado de la ciudad, dentro de los departamentos de la agencia, Kunikida no podía creer lo que sus ojos atisbaban.

— ¿De nuevo es un robot? — le preguntaba a Atsushi que observaba junto a él la escena.

— No estoy seguro — susurró — ¿Dazai san? — llamó el menor — ¿Te encuentras bien? —

— Oh Atsushi kun, de maravilla —

— ¿Y por qué haces esto? — interrumpió Kunikida.

— Kunikida kuuun — cantó Dazai — ¿Sabes qué día es hoy? —

— Por supuesto que lo sé, a diferencia de ti manejo un complejo sistema de calendarización que me permite sacar el mayor provecho en todas mis actividades y por eso pregunto. ¿Qué demonios haces limpiando a las 12:00 am? —

— Es mi cumpleaños — respondió sonriente el suicida.

— Soy consciente de eso, tenemos programado a las 9:00 en punto tu llegada a la agencia junto con el pastel que Ranpo san se encargó de pedir, después de un breve convivo, regresaremos a trabajar alrededor de las 10:00 —

— ¡Kunikida san! — gritó Atsushi — Era sorpresa —

— Es inútil Atsushi kun, razonar con Kunikida kun a estas horas de la madrugada es simplemente inútil, está irritable por la falta de sueño, se pasó su hora de dormir —

— No se hubiera pasado si no estuvieras haciendo ruido, ¿por qué se te ocurrió que esta era una buena hora para limpiar? —

— No planeaba tardar tanto, pero parece que tengo más cosas de las que pensé, es un buen momento para deshacerme de lo que ya no necesito. A de más...

Dazai no terminó su frase, simplemente se volteó a seguir sacudiendo su futón.

— ¿Además qué? — insistió el rubio.

EverydayWhere stories live. Discover now