|Capítulo VI - Algo de Alcohol|

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Finalmente el día había llegado, el tan esperado domingo. Hoy por la noche se llevaría acabo la fiesta de la novia de Michael, Charlotte. Todo ya estaba siendo preparando en el bar para la celebración, la cuál se llevaría a cabo a las 8:30 de la noche.

Desde la tarde más temprana de ese mismo día, Prince se encontraba buscando el atuendo perfecto ¿sabes? La ropa que mejor asentara su cuerpo para verse bien ante el joven Jackson. Ese chico en verdad lo volvía más loco de lo que ya estaba.

Horas después por fin había decidido la ropa que portaría. Un pantalón negro que le quedaba a la perfección, una camisa blanca con finos olanes por delante que no llegaban a más del cuello de la camisa, un morado saco que le quedaba un poco más abajo de las rodillas, con bella piedrería en el hombro derecho, y para finalizar, unos botines negros con el tacón un tanto alto. Ese era uno de sus mejores atuendos.

Ese era el vestuario que usaría en una ocasión especial, y esta era una de ellas. Tendió la ropa en la cama, admirándola y pensando bien si esa sería su decisión final. Y claro que lo fué, el conjunto era simplemente perfecto, era tan... él.

Tardó tanto en escoger su ropa que ya casi era hora de la fiesta, así que rápido entró al baño para darse una ducha. Se quitó sus prendas en un abrir y cerrar de ojos, de hecho, se mareó un poco. Abrió la regadera, y cómo buen hombre que se respeta se bañó con agua fría, casi hasta se podría decir que agua traída de la Antártida solo para él.

Se metió dentro de la regadera, estaba tan helada el agua que la piel se le erizó en pocos segundos. Así que entre jadeos y respiraciones temblorosas se quedó ahí un rato para acostumbrarse al frío.

Tomó el jabón, lo puso un rato en las gotas que caían y ya después empezó a pasarlo por su cuerpo de una forma un tanto apresurada para no llegar tarde a la fiesta, pero sí llegar algo temprano para ver más tiempo a su amado secreto. ¿Ven lo loco que estaba por él? La mayoría de su actuar tenía que ver con él, ni modo, así es el amor.

Retiró los residuos de jabón de su cuerpo, para después coger la botella del champú y echarse del líquido en la mano. Dejó el bote en su lugar para poder empezar a ponerse el jabón líquido en su hermoso cabello chino. Por último se enjuagó el pelo para quitar el champú y salió de la ducha tomando su toalla, secándose el cuerpo con esta, mientras gotas provenientes de su melena caían por sus hombros, dándole un ligero escalofrío.

Se secó el pelo, ni siquiera se había molestado en acomodarlo un poco, de todos modos sus cabellos rebeldes siempre se salían de lugar. Cepilló sus dientes. Salió desnudo del baño, esas eran las ventajas de vivir solo, podías hacer lo que se te plazca sin el miedo a que alguien te vea; pero a la vez se sentía tan vacío.

Se colocó la ropa que usaría, primero la ropa interior, después el pantalón, luego la camisa, el saco, y finalmente los zapatos. Se echó perfume, diablos, olía exquisito. Tomó sus gafas circulares, se las colocó. Y antes de que lo olvidara se puso desodorante, claro, no estaría echando olor a chivo por todo el lugar.

Se miró en el espejo de cuerpo completo que tiene en su habitación, ya estaba listo. Se sonrió a sí mismo por lo bien que le quedaba el traje que había escogido. Después abandonó su cuarto, bajando las escaleras para irse de una vez a la fiesta, la cuál se hallaba a unas cuántas cuadras, unos doce minutos a pie.

Literalmente no llevaba nada de pertenencia, tan sólo su ropa puesta y la invitación, claro está. Ni siquiera traía un regalo para la cumpleañera, pues le importaba en lo más mínimo ella, lo que quería era ver a Michael, obvio. Le llevaría su presencia cómo regalo a Charlotte, la intención es lo que cuenta después de todo ¿no?
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Universidad Homofóbica I PrichaelWhere stories live. Discover now