Capítulo 5: Perderse en la oscuridad

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Jungkook está recostado sobre un saco de dormir para dos y aunque el poliéster que los abraza obliga a la espalda de Taehyung a pegarse con la de él, puede sentir cómo su novio procura alejarse lo más posible. Luego de que Jimin se hubiera ido, los ánimos se mantuvieron enrarecidos, así que sólo habían engullido la pizza antes de meterse todos a la casita de campaña. A pesar del propósito festivo de aquella reunión, no había habido caricias dentro del sleeping bag, ni siquiera una sesión de besos inocentes. Aquel encuentro había dejado a Taehyung tan frío como el mar de Jeju en invierno.

Ahora así, encerrado en la jaula de tela plastificada, Jungkook aprieta los párpados y procura conciliar el sueño. Imágenes de una escena recurrente le llenan la cabeza.

Namjoon está de espaldas a un lado de una máquina de palomitas de maíz. Es un Namjoon distinto al que ahora ronca y habla dormido; éste se dibuja más corpulento e incluso más alto. La cajera le entrega un vaso de papel enorme y dos recipientes repletos de snacks de cine. Se da la vuelta y sonríe. Entonces llegan los otros chicos: Yoongi, Jin y Hoseok. Al fondo de un pasillo atestado con siluetas irreconocibles, Jungkook detecta a Jimin vestido con una chaqueta de mezclilla. Otra vez. Se trata de un Jimin diferente: delgado y menos musculoso, sin anteojos y con el cabello rubio.

El recién llegado saluda a Namjoon con un abrazo amistoso. Jungkook pone su mano en el hombro del chico, quien se gira y le regala una de esas sonrisas sinceras que sólo él puede pintarse sobre el rostro. Su corazón late con fuerza cuando Jimin lo saluda a él también de la misma forma que al mayor. Es un gesto casual y cotidiano, pero un sentimiento misterioso se esconde dentro de él; quizás un cariño atípico entre ambos que los demás no logran percibir.

¿Será posible que a Jimin siempre le haya gustado Jungkook?

El agarre se rompe cuando una lluvia de palomitas cae sobre sus cabezas. Hoseok ha tropezado y las bolitas amorfas bañadas en caramelo acaban esparcidas sobre el piso del cine. Le piden disculpas al empleado que aparece corriendo con una escoba y un recogedor. De pronto, como es usual en las realidades oníricas, un cambio de escenario abrupto le permite a Jungkook aparecer en un nuevo sitio.

Ahora se encuentra sentado en una sala oscura con asientos acolchados y muy pegados entre sí. A la derecha tiene a Taehyung, quien luce su cabello azul fantasía; a la izquiera, Jimin acomoda su bebida en el hueco del descansabrazo. Es como si el tiempo se hubiera detenido o como si fueran los únicos en aquel cine. Jungkook es capaz de moverse y mirar hacia atrás, donde el resto de su grupo se instala en sus asientos, sin saber la agonía que experimenta al estar atrapado entre esos dos chicos.

Un proyector emite su luz y Jungkook posa la vista en la enorme pantalla de enfrente. En ella, mira al Taehyung de cabello azul de pie interactuando con un cajero automático. Jimin se le va acercando a pasitos y sonríe para sí mismo. Entonces sorprende a Taehyung con un abrazo por la espalda. Ambos se carcajean antes de decirle algo a la supuesta cámara que los filma: –¿Te acuerdas, Jungkook?

Abre los ojos de golpe y se endereza con velocidad, despertando. Sí, ahora recuerda aquel día con mucha más precisión. Fue un domingo como cualquier otro, nada especial, sólo una salida de amigos para ver una película nueva de súper héroes. Lo había pasado muy bien. Como su costumbre era llegar un rato antes de que empezara la función, Jungkook, Jimin y Taehyung habían tenido que esperar sentados en el borde alfombrado de un escalón de cine. Se acordaba de los chistes que habían contado, de la mano de Taehyung sobre su rodilla, de Jimin acariciando su espalda.

Ahora entiende que ese día en específico no es el punto de su sueño, sino lo que significa. Por supuesto, nunca podría olvidar los años en que Taehyung y Jimin fueron amigos, los mejores amigos, casi como almas gemelas. ¿Cómo podría escapársele aquello? ¿Acaso su inconsciente en verdad creía que Jungkook era capaz de no recordarlo? Es verdad que, por alguna extraña razón, no evocaba cómo había ocurrido el verdadero momento cuando conoció a Jimin, como si hubiese sido reemplazado con la nueva vivencia que justo acababa de experimentar. Pero jamás se despistaría lo suficiente como para olvidar los increíbles años que pasó junto a los dos. Se volvieron inseparables. Sí, Jungkook y Taehyung tenían sus momentos a solas como pareja y sólo entre ellos existía la chispa del romance, pero desde que Jimin había aparecido en la isla se volvió la tercera rueda de un triciclo que les daba felicidad infantil y permanente.

Entonces, la realidad le pega a Jungkook como una ola violenta sobre el rostro. ¿Qué si lo arruinó todo cambiando ese primer encuentro con Jimin? La amistad entre ellos, los días de travesuras y de experiencias que nunca podrían ocurrir si uno de los tres faltara. Quizás ahora eso estaba perdido y todo por culpa de un estúpido gesto coqueto que no había podido evitar al ver al viejo Jimin. O más bien, al joven Jimin.

El chico comienza a hiperventilar y mira a su alrededor. La casa de campaña se le figura sofocante y tétrica; quisiera escapar y cerciorarse de que no arruinó todo. Pero entonces, cuando viene un poco de calma a su corazón, otra idea aún más aterradora lo invade: ¿es posible que, si demolió la amistad entre Taehyung y Jimin, también haya borrado la relación romántica que él mismo tiene con Park en el presente?

Comienza a arrastrarse en busca del cierre de la tienda de campaña y Jin se despierta ante el pequeño escándalo, aunque habla apenas a susurros para no perturbar a Namjoon que duerme a su lado.

–¿Qué...qué estás haciendo, Koo?

–Oh. Nada, sólo que está muy encerrado aquí. Necesito aire, eso, necesito aire.

–No te culpo. Dios santo, apesta a pedo aquí.

Jungkook sonríe falsamente y, como puede, esquiva brazos, cabezas y piernas hasta encontrar la salida. El frío de la intemperie lo descoloca, pero no pierde las ganas de seguir moviéndose por la arena, apenas a tientas sin poder ver casi nada. Usa su celular para alumbrarse y entonces encuentra la puerta púrpura; siempre ahí, siempre cuando la necesita.

No titubea al girar la perilla, pues sabe que debe largarse si en verdad quiere descubrir cómo es ahora su presente. Ahora entiende por qué las películas de viajes en el tiempo son siempre un maldito lío; se siente a punto de la demencia. Ya no puede controlar con precisión lo que sabe que es verdad y lo que no, lo que es sueño y lo que pertenece a la realidad, lo que sí pasó de lo que quizás se fue. Le preocupa seguir olvidando cómo pasaron las cosas antes de que él se pusiera a jugar con algo tan delicado como el destino.

Sin embargo, no puede evitar seguir haciéndolo. Tiene que desengañarse, tiene que verificar que en el presente Jimin siga ahí, a su lado. Es todo lo que le importa ahora. Por primera vez en mucho tiempo, a Jungkook no le interesa pensar en Taehyung.



Holi, ¿les está gustando la historia o ya murió? Dejen comentarios en las partes que disfruten, plis. Las quiero.

Gene. 

La marea | KookTaeWhere stories live. Discover now