Capítulo 3: Matar la noche (+18)

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Durante meses, una vieja sudadera de Taehyung se mantuvo colgada en un clavo del cuarto de Jungkook. Conservaba aún la forma de sus brazos, la de uno de sus costados. Por eso había sido incapaz de doblarla ni quitarle el polvo por miedo a que perdiera esa forma y se volviera un mero hilacho entre sus dedos. Mamá le rogó sin suerte deshacerse de ella o al menos quitarla de su vista, quizás así sanaría más rápido. Pero tuvieron que pasar días y días en los que Jungkook se perdía en las puntadas de tela, en el cierre negro desgastado y en esa silueta que no vería en carne propia nunca más.

Recuerda todo eso mientras corre a casa, es decir, al hogar que ahora, en el presente, comparte con Jimin. No ha recuperado la ropa con la que había salido por la mañana, pero no se detiene a pensar en eso ahora. Deja que unos jeans ajustados y una chaqueta de cuero le envuelvan el cuerpo mientras trota bajo un cielo que demuestra que se ha hecho de noche. Llega, sudado y con el dolor punzante en la pierna que parece nunca desaparecer.

Cuando tienta sus bolsillos se encuentra con la llave y, torpemente, logra adentrarse en la tibieza del calentador artificial. Sentado en un sofá, desnudo, Jimin mira curioso la pantalla de la televisión.

–¡Volviste! ¿Huh, no trajiste más vino? ¿Qué pasó, está todo bien? –Jimin luce alarmado al ver a su novio con esa agitación en el pecho y con las manos vacías cuando se supone que había salido a abastecer más alcohol para su festejo íntimo.

–Yo... ¿qué hora es? ¿Dónde... dónde he estado?

El cumpleañero no puede decidir si Jungkook está hablando en serio, si está demasiado ebrio por la botella que se bebieron antes de hacer el amor o si se trata de una simple broma. Por su parte, el menor siente un repentino hartazgo de la confusión que ha estado experimentando todo el día. En ese momento se sentaría a llorar en el suelo de azulejos. Se deja dominar por ese sentimiento y su cuerpo se desmorona, cierra los ojos cuando escucha que Jimin le pregunta qué pasa porque no se atreve a decirle que, por alguna razón, una puerta extraña en la playa le ha permitido volver a ver a Taehyung.

–Kookie, no me asustes, por favor. Dime qué ocurre.

Algo en el cerebro de Jungkook hace callar a su corazón y lo invita a contestar con evasivas, a inventarse cualquier cosa que no lo haga mencionar ese nombre ahora. Sonríe, se seca las lágrimas y levanta la cara, como buscando algo que le ayude a salir del aprieto. Entonces ve la botella de tinto completamente vacía sobre la mesita de sala y las dos copas con residuo rojo en ellas.

–¿Bebiste, bebimos? Perdóname, es que hoy tengo la cabeza en otro lado, bebé. No recuerdo exactamente qué pasa y me siento mal porque es tu cumpleaños y yo...he estado ausente.

Jimin deja escapar su risita tierna y acaricia el cabello de Jungkook con suavidad, enreda sus pequeños dedos en los mechones y le besa la frente.

–Vaya, juraría que tenías mejor resistencia a la bebida, ¿eh? El aire te golpeó con fuerza, seguro. Sí, nos bebimos la botella y luego lo hicimos echados en la alfombra. No estuviste ausente para nada, de hecho, este día quedará en tu top ten de mejores cogidas.

Jungkook levanta la barbilla e intenta sonreír con naturalidad antes de ver el reloj del microondas. Faltan quince minutos para la medianoche, o sea que estuvo fuera, o al menos su consciencia, durante más de diez horas. Se muerde el labio con preocupación y, sin quererlo, piensa en la relatividad del tiempo y del espacio. ¿Cómo es posible que haya estado en dos lugares a la vez y que haya hecho feliz a Jimin sin siquiera estar presente en realidad?

Ahora recuerda cómo vivió durante meses cuando Taehyung dejó de existir para él. Evitó el cine, evitó los paseos, evitó la compañía de los demás por temor a encontrarse en algún lugar o en una circunstancia que le recordaran a su novio. Exnovio. Vivió como una sombra o un mueble que no hacía nada más que estar allí de pie o sentado o recostado debajo de las sábanas. Así, de manera parecida, acababa de festejar el cumpleaños de Jimin, como si se hubiese desplegado en dos Yos.

La marea | KookTaeWhere stories live. Discover now