Capítulo 2: Atrapar el amor

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Suena un silbato. De pronto, Jungkook cuelga de golpe y mira a lo lejos a un hombre salvavidas que le advierte a un par de niñas que dejen de jugar tan cerca de la orilla. Voltea la cabeza en busca de la puerta púrpura, pero ésta ya ha desaparecido. Se siente desorientado y perdido como cuando uno sueña que patalea en el mar, pero los manotazos no te llevan a ningún lado. Sujeta su cabeza con fuerza y aprieta los párpados como intentando despertar.

–¿Estás bien? –el salvavidas se acerca a él con un gesto consternado. –¿Estás mareado, necesitas algo?

Jungkook se pone de pie poco a poco. Desde donde están se ve el sol, que se hace más amarillo pero parece no poder calentar el ambiente. No responde a las preguntas y, por el contrario, corre hacia la calle sin importarle el cosquilleo doloroso que se genera en su pierna derecha. Tarda en llegar ahí apenas unos minutos y en la avenida nota el color y diseño de las placas de una camioneta que va pasando. Niega en silencio y observa todo a su alrededor, dándose cuenta de algo imposible: todo parece haber cambiado, o más bien, haber retrocedido en el tiempo.

Entonces, un pensamiento infantil le invade la cabeza y le da una idea. Mira el cielo, las nubes parecen embarradas con los dedos como si fueran chantillí, las personas andan por las aceras con abrigos encima y en la esquina puede ver un restaurante italiano que él jura había quebrado hacia varios años. Si está en lo cierto, entonces podría caminar apenas una decena de pasos, tomar el autobús, tocar a su puerta y encontrarse con él.

De repente, unas luces azules y rojas iluminan la tela en la ropa de Jungkook. Al voltear mira una patrulla detrás de él y se pregunta si rompió alguna regla, si las cosas en verdad pueden empeorar. Pero entonces, ve bajar del coche una silueta muy familiar; es un joven alto y corpulento con uniforme de policía.

–¿Joon? –pregunta el menor sintiendo un fuego agrio en el estómago.

–Hey, Koo. ¿Qué estás haciendo por acá y por qué la cara de espanto? Pareciera que se te apareció un muerto –Namjoon ríe y a Jungkook sólo se le viene una nausea a la garganta. –Voy a la estación a dejar la patrulla, pero puedo darte ride a tu casa después de eso si quieres.

–Qui...quiero ir a tu casa.

–¿En serio? Okay, mejor aún. Pensé que el plan era que llegaras más tarde. ¿En serio irás vestido así al cumpleaños de mi hermanito?

* * *

Tiempo después Jungkook respira profundo en el asiento del copiloto, mira hacia el frente y sigue apretando los puños. Namjoon lo mira con curiosidad, pero no hace ninguna pregunta; lo que provoca que el menor se cuestione cómo alguien tan simpático y sabio como su hyung pudo elegir practicar el oficio policial. Lo observa bien porque en este punto, con todo lo que está pasando no sabe cómo sentirse, no sabe si debe aliviarse o preocuparse, pero Joon evade su mirada y conduce en silencio. Jungkook piensa que tal vez éste es un buen momento para contar un chiste, pero no se le viene ninguno a la cabeza.

De todas formas ya es demasiado tarde para eso porque Namjoon estaciona el vehículo frente a una casa modesta color blanco. El menor traga saliva por enésima vez en el día y mantiene la vista fija en el buzón con el número 403 grabado en él.

–Servido, señor Jeon. Vamos, mi hermano debe estar en su cuarto eligiendo su atuendo para la noche. No sé cómo aguantas tener un novio tan vanidoso.

No hay personas en el barrio, sólo algunos contenedores de basura. Jungkook baja del coche y Namjoon abre el cancel de la entrada para él. A pasos torpes, temblorosos, entra en la casa y sube la escalera sólo para quedarse completamente inerte frente a una de las habitaciones cerradas. Tras él, su acompañante de trayecto lo pasa por completo y entra al baño, pero antes de perderse en su interior, alza la ceja y vuelve junto al chico.

La marea | KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora