Una nueva oportunidad

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"Sayonara: es el deseo de seguir comunicándonos a pesar de la distancia, el deseo de poder volver a vernos algún día, el deseo de no querer separarnos y el dolor de tener que hacerlo, pero con la esperanza de un próximo encuentro"

"Sayonara: es el deseo de seguir comunicándonos a pesar de la distancia, el deseo de poder volver a vernos algún día, el deseo de no querer separarnos y el dolor de tener que hacerlo, pero con la esperanza de un próximo encuentro"

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—¿Quién es el bebé que está cumpliendo años hoy?, ¡Sí! , ¡eres tú Jongho!

El día parecía ser perfecto, los pajarillos cantaban en armonía, el clima era fresco y leves rayos de sol iluminaban aquella habitación pequeña de color verde con animales de la selva estampados en la pared.
Un pequeño bebé de cabellitos rojos de tan sólo tres años recién cumplidos se encontraba durmiendo plácidamente en su cama, mientras que un joven intentaba despertarlo con todo el ánimo del mundo para recibir juntos un nuevo día.

—Vamos bebé...¿no quieres despertar aún?, mamá se pondrá muy triste si no te despiertas.—Choi San con una sonrisa intentaba hablarle a su hijo suavemente, sin embargo éste no despertaba de su mundo de sueños y tan solo emitía pequeños soniditos de su boca, tan sumido se encontraba que cualquier persona le envidiaría.
Suspiró rendido al ver que sus intentos de despertarle serían en vano y se dedicó a admirar las lindas facciones de su bebé.
Sus cachetitos regordetes, sus labios abultados, sus largas pestañas y sus lindos cabellitos despeinados, Jung Jongho era la definición de perfección para aquel joven de cabello castaño y mechón blanco.
Sonrió de manera inconsciente y acercó lentamente su mano para intentar remover uno de sus cabellos rojos de su rostro, sin embargo antes de hacer tal acción, la puerta se abrió bruscamente, provocándole dar un saltito del susto.

—¡Jongho!, ¡despierta!—Dijo algo apurado un joven de piel lechosa y cabellos largos y rubios entrando a la habitación, moviendo las cortinas para que más luz atravesara la pequeña habitación del niño, éste hizo una mueca y empezó a removerse perezosamente entre su cobija de dinosaurios, lanzando varias quejas.

San le miró con el ceño fruncido, esa no era forma de despertar a su bebé.

El pequeño se removió entre las sábanas y abrió lentamente sus ojitos con un bostezo, captando la atención de San, quien a los pocos segundos corrió a un lado de su camita para verlo despertar, como usualmente lo hacía, mientras que el joven de cabello largo y rubio se sentó en el pie de la cama, para después mirar con una sonrisa al pequeño.

—Feliz cumpleaños, mi amor.—Le dio un besito en la frente y el pequeño sonrió.—Tu papá no podrá estar con nosotros el día de hoy bebé, pero no te preocupes, ¡mami hará que tengas un día especial!—Canturreó Yeosang mientras alejaba las sábanas del pequeño y lo sostenía entre sus brazos para darle un abrazo. Por otra parte San no podía creer lo que el rubio acababa de decir.

—¿¡Cómo que el estúpido de Wooyoung no está?!—Estaba muy exaltado. ¿¡Cómo podría perderse el día tan especial de su pequeño?!, ¡cumplía sus maravillosos tres años!
Bufó con mucha molestia, pensando en miles de maneras para asesinar a ese azabache de lunar el cual era el padre de su hijo, sin embargo unos casi inaudibles sollozos le hicieron salir de sus pensamientos. Cuando reaccionó, pudo ver a su pequeñito tallándose sus ojitos rojos mientras pegaba su cuerpecito al suéter del rubio, quien le abrazaba con cariño.

Sayonara, San! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora