Y el cerezo que una vez floreció, ahora sus hojas marchitas están

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El duelo.
Más que una palabra, es una experiencia, una experiencia por la que nadie desea pasar, una experiencia que Wooyoung no desea volver a tener que atravesar jamás.
Lo peor de perder a una persona no es el hecho de saber que se fue, sino que, ya no volverás a verla en tu día a día, ya no verás su rostro, su sonrisa, sus anhelos.
Si hubiera sabido de antemano todo lo que ocurriría en su vida y el gran giro que daría, nunca habría desaprovechado oportunidades, nunca habría pasado de largo las llamadas y los 'te amo' y valoraría cada segundo que esa persona en vida le dio.
Pero estamos acostumbrados a sentir ese dolor y remordimiento demasiado tarde.
Mientras observa videos y fotografías desea con todo su corazón regresar en el tiempo y abraza sus peluches con desesperación simplemente para  poder sentir su calidez.
Lo extraña tanto y eso le quema el alma.
Nadie podría comprender su dolor jamás, nadie, absolutamente nadie sabría aquel sentimiento tan horrible que se posa en su pecho cada noche. Todas esas lagrimas derramadas anhelando volver a sentir un abrazo, una mirada o una simple presencia.
Su vida, que fue por tanto tiempo colorida poco a poco comenzó a perder color, dejándolo con un extraño sentimiento en su ser.
Lo habían acostumbrado tanto a los colores que el ver solo gris le causaba incomodidad y ansiedad.
Las canciones ya no eran lo mismo, el cielo ya no era azul y pese a que el mundo seguía avanzando, él se sentía estancado en el mismo punto.

Es increíble como una persona puede llevar consigo un pedazo tan grande de tu corazón.

El llanto de su pequeño bebé de seis meses lo trae al presente, sin embargo no siente las suficientes fuerzas en sus piernas para levantarse del sofá e intentar averiguar la razón por la cual su hijo llora. Sabe que debe ser responsable e ir, pero espera unos cuantos segundos que se convierten en minutos y no es hasta que el llanto de su bebé suena más desgarrador que logra agarrar las fuerzas suficientes para caminar hacia la pequeña habitación de color verde y aroma a perfume de bebé.
El pequeño Jongho lloraba con sentimiento y Wooyoung sólo pudo suspirar.

—¿Tú también extrañas a mamá?—Preguntó con una sonrisa vacía, a la vez que con ambas manos lo sostenía y lo apegaba a su pecho.—Yo lo extraño mucho...¿sabes?, él escogió el traje de osito que traes puesto.—Se sentía algo patético por hablar con un ser que claramente no lo entendía, pero si era sincero, Jongho era la única persona con la que podía desahogarse realmente y eso en parte le reconfortaba.—San te amaba tanto y ni si quiera te conocía...¿qué tan inmenso sería su amor por ti ahora mismo?—Su tono era suave y conforme hablaba, su pequeño lograba calmarse, lo que era una buena señal.

—Mi amor crece cada día, Wooyoung.—Respondió un joven intruso desde la esquina del cuarto, sosteniendo las lágrimas sobre sus ojos.
Anhelaba ser escuchado, al menos una sola vez.


—Desayuna siempre a las nueve de la mañana, si le preparas algo asegúrate de colocarle tres rodajas de manzana, el agua para su baño debe estar a temperatura tibia y solo puede ver la televisión una hora

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—Desayuna siempre a las nueve de la mañana, si le preparas algo asegúrate de colocarle tres rodajas de manzana, el agua para su baño debe estar a temperatura tibia y solo puede ver la televisión una hora. El número de emergencia está en el refrigerador y por cualquier cosa ya agendé mi número en el celular que te regalé. Trataré de volver antes de la cena pero si necesitas algo solo llámame y vendré volando.—Yeosang parecía apurado, pero más que eso estaba nervioso y emocionado.

Sayonara, San! Onde histórias criam vida. Descubra agora