SETENTA Y CINCO

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Lauren

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Lauren

¿Era arriesgado darle todo a Dilay?, pues sí lo era, pero después de todo lo sucedió creo que se lo merece más que nadie. ¿Tenía miedo de que las cosas se salieran de control?, sí, tenía mucho miedo, pero era arriesgarse o alejarse y opté por perder todo a no intentarlo además ahora que estoy con Amir no necesito nada más que a mi esposo conmigo.

—Lauren antes de abordar quisiera hablar contigo y que me dieras tu verdadera opinión.

Miré a Dilay y presté atención a lo que me tenía que decir.

—Eres mi hermana y siempre supe de tu existencia, por eso se me fue tan fácil aceptar el vínculo que tenemos, pero para ti fue algo tan nuevo que necesito saber si realmente quieres que esté cerca de ti.

Sonreí levemente mientras la miraba con una gran sonrisa, con el hecho de pedirme mi opinión creo que fue más que suficiente para acabar de estar segura.

—Dilay, estoy más que seguro que quiero que estés cerca de mí, además mis hijas van a necesitar una tía por parte de su madre y tú eres lo único que me queda de mamá.

Nos abrazamos y Amir abrió la puerta del auto en el que estábamos mientras este terminaba de hablar con los pilotos.

—¿Todo bien?— cuestionó y me ofreció su mano para salir del coche.

—Todo bien, habibi.

Un nuevo comienzo para las dos, un país nuevo y una nueva oportunidad.

Muchos dicen que debemos andarnos con cuidado cuando se trata de meter a gente nueva en nuestra vida, pero nadie dice nada cuando la nueva persona que dejamos entrar en nuestro presente lleva la misma sangre, creo que ahí no queda más opción que aceptarlo y arriesgarlo todo para solidificar una unión que nuestros padres se encargaron de romper.

— ¿Cuéntame por qué mamá inventó todo eso de los juegos para sacarnos el dinero?

Amir estaba trabajando en el MacBook y aproveché para sentarme con Dilay y el avión puso rumbo a los Emiratos.

—Un mafioso ruso se encaprichó conmigo a tal punto que me arrebató la libertad y estuve por un mes encerrada en una gran habitación mientras me hacía suya a la fuerza.

—Es horrible.

—Lo fue, y entonces mamá hizo todo lo que le pedían para traerme de vuelta con ella.

—Dilay yo no sé qué decir...

—Fue cruel lo que me hizo ese hombre, pero aquí me ves, fuerte y siguiendo para adelante.

—Creo que nacimos para sufrir las tres, tanto Laura, tú y yo sufrimos por errores que no cometimos.

—Fuimos castigadas por nada, pero al menos tu sufrimiento valió la pena, mira que hombre te regalo la vida— miré a Amir y me sentí orgullosa de ser la mujer de ese hombre que estaba concentrado frente a una pantalla.

—Seguro que el destino te tiene algo guardado que cambiará tu vida.

—¿Tú crees?

Sonreí— No lo creo sino que lo sé.

Por muy parecido que se parecía a mí, su rostro marca la diferencia con el mío, es sumamente hermosa y sus ojos verdes la hacen ver aún más guapa de lo que es. Su pelo dorado le da un brillo exquisito a su piel y su actitud, su fuerza y sobre todo la forma de decir las cosas nos hacen aún más diferente de la una a la otra.

—¡Oh Dios mío! — expresé eufórica al sentir mi vientre moverse.

Amir me miró alarmado al verme tocar el abdomen. — ¿Qué te ocurre habibati?

Dilay me mira con una sonrisa.

—Los bebés se han movido, mi amor lo han vuelto hacer.

Amir sonrió mostrando sus perfectos dientes y se acercó a mi asiento para posar su enorme mano sobre mi vientre.

Parecía un niño pequeño abriendo un juguete. —Amor, las siento.

Mi hermana compartió ese instante tan maravilloso para ambos, fue un momento que nunca olvidaremos.

—Hoy te quedarás con nosotros y mañana iremos a ver tu nuevo apartamento — dije a Dilay cuando llegamos a casa.

—Vale, gracias hermana.

—No me las des.

Después de enseñarle la habitación en la que se va a quedar, regrese a mi recámara donde Amir me espera en la cama y despierto.

—Pensé que estarías dormido.

—Te estaba esperando, ¿todo bien con tu hermana?

—Sí— me metí con él bajo el edredón.

Sus manos me envolvieron y me sentí tan arropada que empecé a besar su piel que olía tan rica.

—Me provocas, Lauren.

—No lo hago, solo me apetece besar tu piel, Amir además ese olor que desprendes me enloquece.

Amir me miró con las cejas alzadas mientras se contenía la risa.

—No te sorprendas, las hormonas del embarazo son así.

—Vale, vale. Úsame como tu llavero y huéleme cuantas veces te dé la gana.

Solté una carcajada y mi sonrisa salió tan triunfante que Amir no dudó en callarme la boca con un gran beso.

—Lauren, hay algo que quiero que sepas.

Mi piel se erizó y sabía que no era nada bueno.

—Sarah y Adil se separaron, el compromiso fue anulado y según me dijo Ali, Adil se disculpó con la familia y abrió su corazón a mi hermana donde se sinceró y dijo sus verdaderas intenciones.

Me quedé petrificada como Adil hizo tal cosa, nunca amó a Sarah y por mucho que defendí ese amor que pensé que se tenían, todo fue en vano.

—Ojalá y Adil encuentre a una mujer que sepa llevarlo y sobre todo hacerle entender que no todo se trata de juegos y momentos, sino que la mejor experiencia es amar a alguien infinitas veces sin esperar nada a cambio.

Amir asintió y después hundió su rostro en mi cuello para dormir.

—Fue lo mejor— jadeo medio dormido.

Pagada para seducir al ÁrabeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora