ÚLTIMO CAPÍTULO

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Lauren

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Lauren

Tenía claro que la forma en la que iba a anunciar a Amir la llegada de nuestras hijas tendría que ser especial, ya que cuando se enteró de mi embarazo no estábamos pasando por un buen momento así que en medio de la noche, mientras sentía las primeras contracciones después de romper aguas y sabiendo que todo tenía un proceso, ya que no iban a nacer en cuestión de minutos, me di un baño y salí desnuda en medio de la noche mientras sentía mi rostro arde por los miles de sensaciones que mi cuerpo estaba experimentando.

Me paré frente a él y lo observé dormir pacíficamente, incluso dormido me volvía a enamorar de él.

Acaricié su rostro y empecé a despertarlo, así es, de manera cariñosa y muy tranquila.

Él abrió los ojos lentamente hasta que se percató de mi desnudez, su sonrisa parecía tan llena de excitación que pensó que venía a por diversión.

—Te seduje mientras aún no eras mío, te volví a seducir cuando te volviste mi esposo, y ahora frente a ti con mi desnudez y con esa mirada tan llena de todo mientras mi vientre anuncia la llegada de nuestras hijas, te estoy seduciendo para darte la noticia que serás padre dentro de unas horas.

Esa sonrisa que presentó al hablar al principio desapareció al oír el final y se volvió serio.

—Este cuerpo que solo es tuyo te está diciendo que está preparándose para el parto. He roto aguas.

—¿Qué?

Mis ojos se llenaron de lágrimas y asentí emocionada.

—Tu seducción es letal para mí.

Me abrazó y sus labios empezaron a recorrer mi cuerpo sin ropa hasta que sentí la siguiente contracción la cual se hizo visible ante él, ya que el dolor se estaba intensificando.

—Vale, vale, vale— suelta nervioso— No perdamos más tiempo, vayámonos al hospital.

Sonreí al ver cómo su seriedad salía en su fracción y parecía muy preocupado.

—Iremos, pero tómatelo con calma, habibi.

Dije después de sentirme aliviada y sonreí al verlo de tal manera.

—Vale, vale— susurró. — ¿Dime que debo hacer?

—Mm... que tal si empezamos a vestirnos.

Me miró y le miré y después ambos soltamos una carcajada sonora al vernos.

Por muy preparados que nos habíamos puesto a este día, siempre los nervios nos traicionan y como no, Amir estaba que volaba en la habitación mientras perdía la cabeza de felicidad por conocer a lo que más ama, a sus hijas y a mí eso me hacía inmensamente feliz.

—¿Te duele mucho?— preguntó mientras conducía.

—Son dolorosas, pero soportables, el parto conlleva su tiempo, habibi.

—Vale, vale, tú eres la profesional y yo solo el padre.

Ese "vale, vale" fue lo único que repetía a cada rato.

—No avisamos a nadie de tu familia— agregué para hacer más llevadero el trayecto.

—Lo sabrán cuando nazcan. Tengo un plan.

—Mm... ¿Cuál? ¿Cómo llenar nuestra habitación de rosas cuando no estaba?

Aun recuerdo ese día cuando entre a la habitación y vi rosas rojas por todos los rincones de tal estancia.

—Algo parecido.

Y es que como Amir no hay dos, no hay hombre igual que se le asemeje.

—¿No sé en qué concentrarme más, en dar a luz a nuestras niñas, o en cómo se lo dirás a la familia? Me dejaste picada.

Este se rio y la siguiente contracción empezó a llegar.

—Mierda... —dije y cerré los ojos para vivirla mientras sentía mi abdomen más duro que nunca. — Uf está sí que duele.

Su mano acarició mi muslo y sus ojos estaban puestos en la carretera mientras aumentaba de velocidad.

—Tranquilo, hay tiempo.

Quería llegar viva al hospital e ir a mucha velocidad es algo que me asustó siempre.

¿Quién me iba a decir que iba a ser la madre de las hijas del árabe que iba a seducir? Nadie ¿no? Los juegos del destino, las piezas cogen su sitio y todo encaja sin ser esperado.

Yo sabía que el día de los nacimientos de Amira y Yasmín iba a ser uno de los días más importante de mi vida, me dejaría un hermoso recuerdo al ver al hombre que amo llorar mientras miraba lleno de amor a sus princesas, esas lágrimas que recorrieron mis mejillas por la emoción nunca serán borradas de mis recuerdos.

—Lo hiciste— Amir besa mi boca después de estar instalada en la habitación.

—Lo hicimos, sin ti no lo hubiera hecho, habibi.

Mientras él cargaba a Amira, mis brazos cogían a Yasmín, son hermosas con los mismos ojos de su padre.

—Se parecen a ti, mi amor.

—¡Ajá! Me llena de orgullo que mis princesas tengan un gran parecido a mí, aunque espero que no sean igual de testarudas que su madre.

—Oye, eso fue de lo que te enamoraste de mí.

—Tienes razón, me enamoré de tu testarudez, de la forma en la que sabes amar, de tus ojos, tu sonrisa, y sobre todo de tu alma.

Era un instante muy emotivo y todo giraba alrededor de nosotros, el conocer a mis hijas nos dio a entender lo maravilloso de ser padres, de la magia que siente una madre y un padre al conocer a unos nuevos seres que fueron fruto de un amor tan intenso como el nuestro, ¿y saben qué? Me encanta sentirme así, millones de sensaciones escalofriantes recorren mi sistema mientras puedo decir que me siento COMPLETAMENTE FELIZ.

—¿En serio que así les distes la noticia?

Amir asiente con una sonrisa.

—Mis hijas merecen ser anunciadas con hermosas flores, cada flor tiene un significado, y ellas lo son todo para mí.

Amir mandó flores a su madre, hermanas, cuñada, tías y sin contar a Dilay. Todas las mujeres de la familia recibieron un mix de flores para anunciarles la llegada de Amira, reina de su padre, y Yasmín princesa de su padre. Ambas iguales, las dos queridas por todos y la habitación del hospital no tardó en llenarse de más flores y regalos para mí y para las niñas.

—¿Y ese lazo en la cabeza?

Cuestionó Amir al verme con una diadema en forma de lazo decorar mi cabello mientras lucía un hermoso camisón y todo era en su conjunto increíble.

—Una recién parida también puede verse bonita ¿no?

—Ya, amor, te ves hermosa, pero pareces un caramelo que me gustaría degustar.
Sonrisas inundan los rincones y toda la familia llegó a nosotros y solo quedo suspirar de felicidad.

Nunca descuides tu corazón, porque todo humano merece entregarse con el alma y con el cuerpo. Yo lo entendí al conocer al árabe, tal vez tú llegues a conocer a esa persona que sepa retirar esas espinas que se clavan en tu piel y después de todo la sustituyas por cálidas caricias.


Pagada para seducir al ÁrabeWhere stories live. Discover now