SNK: -"la última bruja"
el clan Ilazki era uno de los mayores misterios para todos los que alguna vez preguntaron sobre el mismo. nadie sabía con certeza las atrocidades por las cuales las mujeres de ese linaje habría pasado pero si se tenían rumore...
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0.22.
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¿Sentimientos?
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Castillo de la legión. Dos horas después.
—¿Aún no tienes ningún tipo de efecto secundario?— preguntó Hange viendo a la azabache que se encontraba sentada en el suelo, los ojos azulados de la menor pasaron por el pasto antes de tomar una piedra que encontró por ahí.
—Ahí va de nuevo.
—Astra, no podrás levantar esa piedra— Clay la señaló por lo que la azabache golpe su mano sacándole la lengua al momento.
—Tú cállate simple mortal— volvió su vista hacia la piedrita y pasó su mano por sobre la misma, Hange la observó antes de girarse para ver a Moblit quien negó lentamente.
—Bueno, sí no hay nada nuevo entonces todo está bien.
Caminó junto con el rubio que iba a la par de ella, Astra permaneció en su lugar con su ceño fruncido y ojos entrecerrados, no se dió cuenta que se había quedado sola puesto que tanto Clay como Katrina se habían ido junto a Nifa. Se quedó ahí intentando levantar la pequeña piedrita pero nada pasaba, pasaron varios minutos pero tampoco ocurría nada y por ello chasqueó su lengua con impaciencia, quería que algo ocurriera pues estaba segura de que algo tenía que tener, se sentía con energía.
—¿Qué estás haciendo?— una voz hizo que levantará su mirada para encontrarse con la figura de dos reclutas que reconoció al momento, Connie y Sasha estaba justo delante de ella.
—Hace dos semanas Amaya me arrojó un poco del agua que había levantado, sostengo que es agua mágica— se explicó, ambos jóvenes se agacharon a su lado para ver lo que estaba haciéndo ya que se veía concentrada. —Y ahora estoy probando sí puedo levantar está piedrita así como ella sabe hacerlo.
—¿Funciona?— Sasha observó con atención lo que la mujer se encontraba haciendo.
—No veo que se mueva— Connie se agachó y cerro un ojo viendo la roca que Astra intentaba mover.
—En cualquier momento...— la azabache susurró.
Los ojos de los tres miraron fijamente la piedrita esperando a que algo pasara, no querían parpadear por el hecho de que si lo hacían entonces quizás se perderían cualquier movimiento inexplicable. A su alrededor los soldados corrían y entrenaban por lo cual era casi imposible que las vibraciones en el suelo no llegaran a la pequeña roca, pero al estar tan concentrados en la idea de que ella podría moverla, no lo notaron.
