Capítulo 11

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'Hidden Truths'

Gracia, Athenas – Santuario

Diciembre, 21 de 1750

Había pasado una semana desde el encuentro con la mujer y ella aun no podía aceptar sus palabras.

Ione había pasado esos siete días en constante agitación, preocupada por la noticia de lo que sus acciones traerían a la Villa de Delfos y sus habitantes, apenas había podido cerrar los ojos sin levantarse al poco tiempo por una pesadilla y tomando en cuenta de que últimamente el cansancio físico era extremo por lo que ahora sabia era propiciado por su embarazo, no ayudaba nada a que permaneciera saludable y debido a eso la curandera fue a verla, aplacando las preocupaciones de todos sobre si ella y el bebe estaban bien. Solo le recomendó más descanso y una mejor alimentación, además de tomar un té especial que aplacaría cualquier síntoma matinal que la acechara, aunque es ese sentido la chica no tenía realmente ninguno aparte de estar adormilada la mayor parte del día, sus reservas de energía corrían extremadamente bajas.

Otra cosa que cambio también fueron los planes que el Pope y el Sagitariano tenían sobre la boda, que estaba planeada para agosto del siguiente año y que movieron inmediatamente a esa semana, siendo más bien una reunión breve e íntima donde el Lemuriano los unió en sagrado matrimonio en la presencia de los Caballero de Oro que estuvieran presentes ese momento en el Santuario junto a sus parejas, y un almuerzo cuantioso, pero ni de cerca tan grande como lo fue el del Pisciano. Ninguno de los asistentes los criticó ni les hizo pasar un mal rato, de hecho, todo lo contrario, los felicitaron amenamente por su próxima paternidad con los dos problemáticos bebiendo e intentando darle consejo sobre lo que esperar en el futuro, ignorando la mirada fulminante de sus respectivas mujeres, él, sin embargo, lo aguantó pacientemente pase a todo.

No solo se casaron para que el bebe fuera legitimo al nacer, algo que para él era muy importante viendo como fue su infancia y la de muchos de sus compañeros, sino para poder tenerla finalmente bajo su vigilia sin riesgo de comentarios mal intencionados o habladurías respecto a vivir en pecado ni cuestionar su honor o el de la chica. Y apenas tres días después de la visita inesperada y nada grata ellos contrajeron matrimonio, y esa noche él por fin pudo abrazarla sin pensar en nada más que en que eran marido y mujer, unidos y bendecidos bajo los Dioses; se amaron profundamente en una danza física tan vieja como el tiempo mismo, encontrando la tranquilidad y el placer en los brazos del otro, un pequeño respiro de la tensa situación.

Y aunque desde ese día la preocupación de la joven se aplacó, no desapareció por completo si bien poder estar al lado de él abiertamente y demostrar cuanto lo quería fue un alivio, ella aun estaba preocupada por las palabras de la vieja Pitonisa.

Razón por la que luego de una charla larga y tendida con el Patriarca, el Santo de Sagitario y su gemela, decidió volver a recibir a la mujer e intentar conseguir mas información, porque por más que no estuviera dispuesta a sacrificar la vida creciendo en su vientre tampoco quería condenar a las mujeres que vivían en la Villa sin haber hecho todo lo posible por entender el peligro que un bebe no nacido podía presentar para nadie y como solucionarlo sin derramamiento de sangre alguno.

Ahora una semana después esperaba tensamente a que la Pitonisa apareciera en sus aposentos, aunque no sola, no. Su gemela estaba con ella a unos pocos pasos de su persona, junto a su ahora esposo a su derecha como un silencioso centinela, Defteros de Géminis y El Cid de Capricornio a cada lado de la puerta como meros espectadores, apoyo moral y guardianes.

El toque finalmente llegó y todos dirigieron su atención hacia la puerta, que abriéndose dio paso a la invitada quien entró con la barbilla en alto y un aire de superioridad que no terminó de caerle en gracia a los hombres presentes, pero nadie dijo nada al respecto. Ella hizo una reverencia ligera hacia la Oráculo y una cabezada con algo de reluctancia hacia la Pitonisa Madre, claramente aun resentida por ser echada la vez anterior, pero igual se sentó a unos metros de la joven mujer cruzando sus manos educadamente en su regazo y miro fijamente a la que era su superiora en todos los sentidos.

Golden FeatherWhere stories live. Discover now