Capítulo 6

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'Talks Between Two'

Grecia, Athenas – Santuario.

Marzo, 10 de 1750

La calmada brisa de la tarde jugaba con el campo de flores meciendo los delicados tallos de las geranios morados que pintaban semejante colorido sobre las verdes colinas que se extendía por algunos kilómetros, rodeado del bosque con sus altos arboles que albergaban la vida silvestre de la naturaleza, podían apreciarse grillos y el sonido de algunas liebres incluso si se escuchaba atentamente los cascos de los ciervos podía detectarse junto al canto suave de las aves, pero solo por aquellos quienes realmente lo buscaran.

Su mirada azul índigo recorrió las colinas con lentitud, inspirando la fragancia de ese campo de flores, curvando ligeramente sus labios en una sonrisa, dándose cuenta no por primera vez en los últimos meses de que algo inquieto que llevaban consigo desde que revivieron se había apaciguado poco a poco, el paso del tiempo alivió aquel pesar con respecto a las cosas que no podía cambiar de su pasado, decisiones tomadas o acciones que hubiera querido cambiar... se había prometido a si mismo después de que los Dioses del Sueño se llevaron su alma durante la Guerra Santa que nunca más dudaría de su proceder, que dejaría de sentirse arrastrado por la culpa de aquello que no podía cambiar y en su mayoría, se había mantenido firme en ese camino, pero luego de revivir su fuerza se hubo tambaleado por un tiempo ante la enormidad de lo que la vida se iba a convertir, los cambios en el nuevo mundo lleno de posibilidades que habían logrado construir para toda la humanidad a base de sus sacrificios se le antojaron abrumadores ya que como muchos de sus compañeros, él no había esperado sobrevivir.

Pero lo hizo, y tuvo que adaptarse a todo por el bien de las generaciones futuras, para construir un mundo lleno de paz, encontrado un propósito en ayudar a Shion, como nuevo Patriarca, en llevar y organizar el desastre que había quedado en el Santuario, algo que ahora casi dos años después de regresar a la vida había completado de cierta forma, porque aunque el Santuario aun precisaba de reparaciones y otros asuntos, en general, él sabía que el Ariano era muy competente y realmente no necesitaba su ayuda tan urgentemente como en un inicio y aunque al momento no se hubiera percatado de ello, comenzó a sentir cierta inquietud. Él vivía por sus votos como Santo Dorado de la Diosa Athena, pero en la actualidad no había luchas, ni nada que investigar que fuera una amenaza para el mundo simplemente cosas cotidianas que lo dejaban sintiéndose un poco peculiar como si no encajara del todo en su papel, como si en su vida algo faltara, incluso el entrenamiento con su sobrino no terminaba de desaparecer esa extraña sensación que anidaba en su pecho.

Sin embargo, esa inquietante sensación comenzó a aplacarse al permanecer en la presencia de aquella joven mujer de grandes y tristes ojos bicolor que destilaba tanta desolación, desconfiando de todos y todo a su alrededor, temerosa de siquiera mirar a otros a los ojos. Tan frágil y, aun así, tan fuerte, aunque ella ni siquiera se diera cuenta de eso, y sin saber cómo se encontró haciéndole compañía diariamente, compartiendo conversaciones intrascendentes o serias, que por lo general terminaba por hacerle cuestionar algunas de las reglas en las que su sociedad se basaba.

Sus días pasaron de trabajar entre papeleo a tener pequeños descansos que utilizaba para visitar a la muchacha en sus habitaciones, compartiendo comidas aquí y allí, o simplemente sentándose en un silencio agradable que dejaba que su mente descansara de pensar tanto en las infinidades de cosas que tenia por hacer y simplemente, respirar en calma dejando que sus músculos se relajaran al igual que el palpitar de su cabeza se redujera a algo más manejable. Por lo general, cuando estaba así de estresado tendía a recluirse en un lugar sin personas alrededor de modo que pudiera calmarse sin tener que contener su mal genio, que, aunque era bien conocido por ser comprensivo y tranquilo la mayor parte del tiempo, solo unos cuantos sabían que también tenía un temperamento volcánico muy peligroso que siempre procuraba mantener bajo un fierro control con puño de acero, debido a su poder sobrehumano y su rango, además de la madurez que alcanzó con los años y el entrenamiento.

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