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La trayectoria hacia Holmes Chapel se había sentido pesada para Louis, habían viajado de madrugada para ser cautelosos ante los ojos de los demás.

Anne y Desmond los recibieron en su hogar a eso de las cuatro de la madrugada, por suerte ya tenían las habitaciones preparadas. Louis estaba tan adormilado que ni cuenta se dio la habitación que le habían dejado.

—Yo me quedaré esta noche con Freddie, para que Louis descanse —dijo Anne tomando en sus brazos a su nieto.

—Gracias por recibirnos, Anne —dijo Jhoanna.

—Por nada Jay, ahora pasa a tu habitación que te caes del sueño —respondió la mujer. Harry, evidentemente, había heredado la amabilidad de ella.

La omega, sin protestar se fue a dormir.

Anne se fue a su habitación, ahí ya tenía una cama para su nieto, lo puso con cuidado ahí y el pequeño no se inmutó. La beta sonrió y se sentó en el borde de su cama observando a su nieto por unos minutos.

—Ya duerme, cariño, él estará bien. Si nos necesita lo sabremos —dijo Desmond en su lado de la cama.

Anne lo contempló unos segundos más y después se acostó.

Toc toc, de nuevo tocaron la puerta. Harry abrió la puerta sin decir nada.

—Buenos días, Harry —era Frida.

—Buenos días, Frida.

—Espero no haberte despertado, Harry.

—No, para nada, ya están despierto.

—Vale, vengo a invitarte, iré al pueblo, necesito hacer unas cosas, ¿quieres ir? Te haría bien salir.

—Sí, sí, claro —respondió Harry.

—Bien, te veo abajo en diez, trae tus bocetos.

Frida se retiró y Harry cerró su puerta.

Era temprano, los empleados apenas habían ocupado sus puestos, Frida bajó a la cocina y se encontró a Marissa que recién había entrado para hacer lo propio.

—Marissa.

—Dígame.

—Harry y yo no estaremos en el desayuno, saldremos al pueblo —comentó la alfa.

—Está bien, señora.

Frida se retiró, vio la hora y salió al auto que ha estaba listo. Harry fue puntual, se fueron antes de que el sol saliera por completo.

—¿A dónde los llevo? —preguntó Emile, el chófer.

—A la oficina de correo —contestó Frida.

El beta acató la orden y condujo hacia allá una vez entrando al pueblo.

—Espérame a quien, Harry, no tardo —dijo Frida antes de bajar.

Harry asintió.

Pasaron un par de minutos antes de que Frida volviera al auto y entrara.

—Llevanos a la casa Ricci —ordenó la alfa.

—Sí, señora —respondió el beta poniendo el auto en marcha.

—Toma, Harry, para ti —dijo Frida entregándole al mencionado un paquete.

—¿Quién lo manda? —preguntón sorprendido.

—No lo sé, pero viene de Londres.

Harry se emocionó, vio bien el paquete, lo enviaba Danielle y no evitó abrirlo.

Al retirar todo el plástico de burbujas que lo envolvía vio que se tratan de una foto enmarcada.

—¿Quién es? —preguntó Frida.

—Mi cachorro —respondió muy emocionado—. Míralo, Frida, es mi hijo, mi niño —Harry le pasó el cuadro a Frida para que lo observara mejor.

—¡Valgame! Pero sí es muy parecido a Louis —Harry asintió—. Pero veo que tiene sus ojos y la forma de tus labios, hiciste un buen trabajo, hombre —bromeó Frida y le devolvió el cuadro a Harry quien había soltado una genuina sonrisa ante tal comentario.

—¿A dónde vamos? —preguntó Harry cómo niño ansioso.

—A la casa de una vieja amiga, ella también estudió alta costura y nos ayudará con la colección, ¿Traes tus bocetos?

Harry asintió.

Prosiguieron el camino en silencio y Harry no dejaba de observar el cuadro.

Tuvieron un almuerzo agradable, las consuegras. Ahora estaban en la sala charlando sobre el pasado.

Unos rayos de sol inundaron la habitación tocando el rostro de Louis quien movió su rostro al sentirse molestado por la luz, inconscientemente tomó una almohada y la apretó contra su pecho y un tenue olor emanó de ella, vainilla y cigarrillos. Harry.

Louis abrió los ojos de pronto y comenzó a ver bien su entorno ubicando donde estaba. Era la vieja habitación de Harry. Fue increíble que después de todo ese tiempo las almohadas aún conservaran su olor.

Louis se levantó, vio de nuevo todo y se le apretó el corazón. Estar ahí lo hacía recordar todas aquellas ocasiones en las que durmió ahí, después volteó a ver la cama, esa cama donde Harry lo había hecho suyo; inconscientemente tocó su cuello. Lloró.

Pasado un rato decidió bajar a la cocina donde se encontró a Anne.

—Buen día, Louis ¿gustas desayunar algo?

—Buen día, un café estaría bien.

La beta puso la tetera en el fuego, sacó una taza de un anaquel y sacó el café y azúcar de otro. Llevó todo a la mesa de la cocina e invitó a Louis a sentarse mientras el agua hervía.

—¿Y mi niño? —preguntó Louis.

—Está con Desmond, en el jardín —respondió la sonriente Anne sentándose frente a Louis.

—¿Y mi madre? —bostezó.

—En su habitación, dijo que quería darse un baño.

Louis volvió a bostezar.

—¿Has hablado con Harry? —preguntó Anne.

—No —Louis agachó su cabeza.

—¿Todo está bien? ¿Hay algo que yo no sepa? No he hablado con mi hijo desde que se fue a Italia.


















Son unas personas maravillosas, gracias a ustedes es que las actualizaciones son posibles, les amo, gracias por los 46K.

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