EPÍLOGO.

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24 años después.

Era el día. Harry Potter sintió una extraña mezcla de emociones mientras su pequeño hijo de 11 años se preparaba para abordar el Expreso de Hogwarts a la mañana siguiente. Albus era el menor de sus hijos y aunque no causaba problemas como sus hermanos James y Sirius, la casa se sentiría vacía.

Fue una sensación extraña que saludaría cuando llegara la reluciente máquina de vapor escarlata a la estación. Por lo general, los sentimientos primordiales de Harry serían de temor, debido al viaje que marca el inicio de otro año de Hogwarts. Con James el primero de sus hijos sucedió así, Harry aún tenía el miedo de que su pequeño sufriera lo mismo que él. Su temor fue contagioso y James pensó en el aislamiento de sus amigos durante un año y, quizás lo peor de todo, no conseguir nuevos amigos. En Sirius sus pensamientos fueron directamente a que se uniera con James para provocar destrozos en Hogwarts, el niño era incluso más inquieto que James. Esta vez, sin embargo, fue diferente.

Esta vez iba hacia algo para lo que no podía anticiparse o prepararse. ¿Qué lo saludaría exactamente en la estación de Kings Cross en unas pocas horas? Por supuesto, la causa principal de la ansiedad de Harry fue el estado de pensamiento de la soledad. Harry tuvo la sensación de que no sería lo mismo. Ya no tendría más niños durante la mayor parte del año. Y en realidad como mal padre ese pensamiento le gustaba. Por primera vez desde el nacimiento de James estaría solo con Hermione.

Harry trató de esconder su alegría, porque Hermione estaba triste. Conocía bien a esa Hermione que podía ser bastante contundente y podía transformar su tristeza en furia si sospechaba los pensamientos de Harry. Después de todo, era su esposa. Tenía una tendencia a volverse bastante apasionada, incluso si pasaba la mayor parte de su tiempo siendo reservada.

James y Sirius fueron amables con Albus en el viaje en auto, algo que Harry encontró curiosamente sospechoso. James estaba hablando positivamente sobre el nombramiento de Sirius como nuevo buscador en su respaldo y Sirius estaba lleno de aliento para James como capitán del equipo de Quidditch. En conjunto estaban diciendo maravillas de Gryffindor y al mismo tiempo diciéndole a su pequeño hermano que no importaba si el sombrero lo seleccionaba en Slytherin. Harry y Hermione parpadearon estupefactos, pero contentos.

—No han peleado ¿Qué ocurre con ustedes? —preguntó Harry mientras, avanzaban por los pasillos de la estación a paso veloz.

—Estamos en buenos términos por lo que resta de Hogwarts —explicó Sirius con sin perder el aliento.

—Vaya, eso es nuevo —dijo Hermione volteando y mirando a cada uno de sus hijos.

—Albus es idéntico a papá —James tomo una gran bocanada antes de continuar —no queremos que los idiotas intenten hacerse sus amigos por su fama.

—Saben, estoy aquí —proclamo Albus alzando las manos.

—Ya es suficientemente malo que nos asocien con el apellido Potter —prosiguió Sirius.

—Imagínate si lo hicieran con el apellido Riddle —interrumpió Ron en tono de broma. —Por cierto, Draco envía saludos.

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