28| Mazo golpeando

7 3 11
                                    

De todas las cosas que pensé que podría hacer antes de los veinticinco —y vaya que son muchas, desde hornear una pizza con Doritos hasta hacer que Higor orine a Ashley cuando se lo ordene—, jamás creí que pudiera pararme frente a una multitud, por...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

De todas las cosas que pensé que podría hacer antes de los veinticinco —y vaya que son muchas, desde hornear una pizza con Doritos hasta hacer que Higor orine a Ashley cuando se lo ordene—, jamás creí que pudiera pararme frente a una multitud, por muy reducida que sea, para tocar mi guitarra y cantar una canción. Aún recuerdo cuando tenía esas ideas locas de ser cantante y utilizaba el cepillo de mamá como micrófono, era divertido.

La profesora que tenía siempre daba el visto bueno a mis capacidades de canto y a mi habilidad con la guitarra, y lo amaba. Todavía amo interpretar canciones con el instrumento, pero no es como antes. Las personas crecemos y maduramos con el tiempo, cambiando también nuestra manera de pensar. La música siempre será parte de mí, pero hay algo que me apasiona todavía con mayor fuerza: dibujar. El programa de diseño gráfico en Parson es otro nivel y ha sido una de las ideas más locas y arriesgadas que se me han ocurrido desde que tengo memoria, es decir... es Parson.

Pero, quien no arriesga, no gana... ¿verdad?

Sin embargo, ya tendré tiempo para entrar en pánico por mi solicitud universitaria. En el aquí y ahora, estoy sentada tras un telón que me impide la vista hacia las personas que se encuentran sentadas en el auditorio del instituto. Hoy finalmente es el dichoso concurso de talentos. Estoy terminando de afinar mi guitarra mientras espero que el director Ross anuncie que es mi turno.

—¡Bu! —Doy un respingo y un sonido desafinado y desagradable resuena en el ambiente.

Casi rompo una cuerda.

Miro hacia atrás, encontrándome con Oliver, riendo a carcajadas. Estaba tan concentrada afinando mi guitarra que me olvidé de la existencia del mundo exterior, lo que es gracioso, porque estoy aquí, a punto de hacer una estupidez sólo por él. Hoy está usando unos tenis deportivos negros, un pantalón algo ajustado, una camiseta negra de mangas largas y un gorro de lana que a mi parecer, lo hace encantadoramente irresistible.

—Así que... ¿Quieres morir? —Se cruza de brazos y niega.

—No, no quiero.

—Entonces, sí quieres —insisto.

—Estoy muy seguro de que no quiero.

—Por cada susto que lleve gracias a ti, afirmas tus ganas de morir —replico. Él vuelve a reír y se acerca a mí, toma mi rostro por ambos lados y me besa con dulzura. Suspiro al separarnos.

—¿Qué decías? —Arrastra un dedo por mi mejilla lentamente. Sonrío.

—Que te amo. —Él sonríe enseñando sus blancos dientes.

—También te amo, hermosa. —Deposita un casto beso en mis labios y se aleja rápidamente—. ¿Lista para ser una súper estrella? —Bufo.

—Sí, claro. Necesitaré un manager, ¿te anotas?

—Me anoto.

—Señorita Jones —dice el director asomando su cabeza entre las tiras del telón, llamando nuestra atención—, es su turno. Espero que esté lista.

Detrás de mi cuadernoWhere stories live. Discover now