S E V E N | 007

1.1K 165 29
                                    

一体何が起こったの?


F L A S H B A C K

La niña movía sus piernas hacia adelante y hacia atrás en un balanceo constante mientras observaba el resto de personas que llegaban, esperaban y se iban. En voz baja tareaba una canción de cuna que no recordaba haber escuchado antes pero no abandonaba su mente desde hacía varios días.

—Keiko ¿Donde está tú mochila?

La niña dejó de tararear para mirar a su madre. Era una mujer rubia, nerviosa, delgada como un fideo por las preocupaciones y el estrés. Tenía un rostro amable, labios finos y unas ojeras permanentes bajo sus ojos. En sus delgados brazos cargaba un bebé de tres años que jugaba con el pelo corto de su madre y reía. No recordaba haber visto a su madre irse a dormir temprano así como tampoco recordaba ni un solo día que su madre hubiera llegado a casa a la hora que debería. Y jamás la había visto enfadada, ese papel ya lo cubría por completo su padre.

—No he traído mochila —le respondió a la mayor.

—Pero Keiko... Te hemos repetido quinientas veces que cogieras la mochila —le riñó la madre. La niña permaneció tranquila mirando a los ojos a su madre que terminó rindiéndose con un suspiro—. Bueno, no importa, te compraremos un bañador y una toalla cuando lleguemos. Seguro que...

—No quiero bañarme —le respondió la niña con una sonrisa tranquila.

—Pero... —la madre la miró confundida hasta que la pequeña apartó la mirada y volvió a tararear aquella canción mirando a la gente que bajaba del metro.

Era inútil. A los ojos de la adulta, Keiko era una niña difícil. Siempre acababa rindiéndose cuando se trataba de convencerle. A pesar de tener solo nueve años, cuando tenía algo claro era prácticamente imposible hacerle cambiar de opinión. Sabía que era bueno que no fuera una niña indecisa o insegura y sin embargo, aquello era un obstáculo enorme a la hora de educarla. La mujer suspiró cansada y se sentó junto a su marido pasándole al bebé.

—¿Qué ocurre cariño? —le preguntó éste al ver el rostro cansado de su esposa.

—Es Keiko... —respondió la mujer mirando a la niña que estaba sentada en otro banco a un par de metros.- Me preocupa.

—¿Por qué?

—No quiere bañarse. A Keiko siempre le ha gustado la playa... Últimamente está más apagada —explicó la madre preocupada—. ¿Crees qué le haya ocurrido algo en el colegio?

—De ser así los profesores nos lo habrían dicho ¿No? —respondió su esposo despreocupado mientras jugaba con las manos del bebé y le hacía cosquillas.

—Supongo... —respondió la adulta sin dejar de mirar a su pequeña.

—No te preocupes tanto, vamos a pasar un fin de semana increíble en la playa, ya veras como Keiko acabará animandose cuando lleguemos y vea el mar.

—Tienes razón —dijo la mujer más tranquila tratando de convencerse a si misma de las palabras de su marido.

Por su parte, la pelinaranja estiraba la manga de su chaqueta para esconder las vendas que asomaban por sus brazos. Estaban en pleno verano y odiaba tener que llevar una chaqueta haciendo tanto calor pero era preferible sudar un poco a dejar que descubrieran los hematomas y cortes que intentaban curarse desde el día anterior.

Su determinación flaqueaba. Desde que había comenzado a entrenar con su maestro habían pasado dos años y cada vez el dolor que tenía que soportar era mayor. La niña no dejaba de preguntarse si podría continuar con aquél entrenamiento que exigía tanto de ella. No le gustaba el entrenamiento, no le gustaba sentirse dolorida todo el tiempo y no le gustaba el pensamiento de rendirse pero ¿Acaso tenía otra opción? Dudaba que pudiera seguir entrenando de esa forma mucho más tiempo y dudaba aún más que pudiera convertirse en héroe algún día.

𝐇𝐀𝐑𝐌𝐋𝐄𝐒𝐒  || BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora