JingYi era un Lan pero a la vez no... llegó a Gusu siendo tan solo un niño, conoció a quien fue su mejor amigo, su primer amor, cuando menos lo espero su vida cambió por completo a una vida en la cual era feliz, rodeado de la personas que más amaba...
Cada secta había sido resguardada, no podía haber ningún punto ciego, todo estaba cubierto y los discípulos estaban listos para reaccionar ante cualquier movimiento inusual que vieran.
Antes de empezar a leer XiFeng tomó su guqin para ver si después de años aquel horrible sonido se volvería a repetir, jamás olvidaría aquella horrible melodía que salió de sus propias manos.
Sentado con el instrumento frente a él, posó sus dedos sobre las cuerdas e intentó copiar los movimientos de su abuelo que había memorizado a través de los años cuando solía sentarse a su lado mientras el tocaba una tranquilizadora melodía.
«¿Listo?» pregunto ZhiFu, su maestro estaba nervioso debía de darle ánimos.
—Lo estoy —respondió con determinación en sus ojos.
...
Cada sonido era más horrible el otro, enserio no solo él creció, sino también su gran desastroso talento para tocar.
«Basta, ya no tortures nuestros oídos»
—¡No sirvo para esto!
«Yo creo que... solo es cuestión de practica» YunLien termino siendo visto fijamente por su amigo y su maestro.
—Se honesto.
«... tocas horrible» no podía mentirle a su maestro, menos mal ZhiFu le pidió que se detuviera.
XiFeng comenzó a leer todos los días los libros que le dio su abuelo en busca de poder mejorar siquiera un poco antes de viniera a visitarlos.
Las semanas seguían pasando, XiFeng siguió con sus deberes como discípulo principal, los viajes de los jóvenes ahora debían ser en un grupo de diez personas como precaución, a menos que fueran acompañados por un superior.
JingYi siguió saliendo con los discípulos menores, siempre cuidando a los pequeños ante cualquier peligro, aún con sus responsabilidades XiFeng hacia el esfuerzo en poder acompañarlo.
La tensión habia empezado a crecer, se desconfiaba de cualquiera que actuara extraño, las personas siempre estaban alertas ante lo más mínimo que vieran.
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