El principio del fin

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Cuando escuchó la puerta azotarse, Mu Qing dio la vuelta y poniendo todo su empeño en andar con normalidad, emprendió el camino a su estudio de forma casi estable.

Era como si ya no le doliera, y entre más pensaba en Feng Xin, la sangre más le hervía de coraje, no solo porque la discusión había sido estúpida, si no porque a pesar de todo lo que habían hecho, y todo lo que se habían dicho anoche, ambos seguían siendo unos imbéciles.

No podían sostener una plática normal sin decirse cosas desagradables. Él mismo pudo terminar la discusión diciendo que solo quería esperar a recuperar su poder para hacerlo público, pero en lugar de hablar como los dioses "elevados y superiores" que eran, ya se habían arruinado el día diciendo tonterías. Había sido un milagro que no terminaran golpeándose como antes.

¡No llevaban ni un día siendo lo que sea que fueran y ya lo habían echado a perder!

Estaba realmente decepcionado de su falta de paciencia y de su poca capacidad de comunicación.

Al llegar a su estudio, notó que la puerta estaba abierta. Justo como la habían dejado ayer, abierta de par en par y conteniendo el recuerdo de su arrebato nocturno, cuando Feng Xin le había destrozado la ropa encima y él se la había quitado voluntariamente.
Por un momento se quedó parado en el marco de la puerta, admirando el desastre de telas rotas que Feng Xin había armado con sus túnicas.

Él ayer dijo cosas como...
"Puedes compartirme de tu energía espiritual" " Un poco más rápido" y "quiero sentirlo dentro"
Incluso con esa voz entrecortada y un tono suplicante. Se había comportado de una manera tan... Poco digna
Pero hoy no podía decir "solo espera un poco, no me avergüenza estar contigo"

Recordarlo todo ahora era una auténtica tortura... Pero lo era aún peor recordar cómo todo ese esfuerzo por dejar su orgullo y dignidad atrás había sido tirado a la basura esta mañana. Tan rápido que ni siquiera tuvo tiempo para procesarlo correctamente.

Se acercó a su escritorio y se dejó caer en la silla con cuidado, con mucho cuidado porque después de todo, aún dolía y tras haber caminado tan descuidadamente por ahí ya comenzaba a arderle la mitad inferior como si se hubiera prendido llamas. Dejó caer su cabeza sobre el escritorio. Suspiró y por un momento se quedó ahí estático, mirando la sala frente a él, pensando en lo incompatibles que eran.

Podrían amarse, pero eso no era suficiente para mantener una relación, de hecho, no hacía falta reflexionarlo tanto para descubrir que tenían más razones para separarse que para estar juntos.
Y la cosa sería aún peor si no podían expresarse y aclarar sus intenciones. Siempre estarían peleando, siempre hasta que Feng Xin se hartara de la situación y lo dejara.

Eso aún no había pasado, y probablemente estaba muy lejos de pasar, pero Mu Qing siguió ahí pensando en todas aquellas posibilidades y convenciendose de que igual, las cosas no funcionarían.

¡No funcionarían pero él tampoco estaba dispuesto a renunciar tan rápido!
Era una tontería que estuviera pensando en ir a buscarlo.

¿Qué le diría? ¿Lo siento?

¡Y una mierda! Era él el que le había dicho "maldito egoísta"
También había tenido culpa, claro, pero no iría lloriqueando hacia el inútil de Feng Xin solo porque se sentía un poco solo y arrepentido.

Con el coraje creciendo cada vez más en él, Mu Qing que ya había comenzado a pensar idioteces, se incorporó en el asiento, completamente enojado y decidió que definitivamente tenía que meditar. Pero no podía seguir sin energía espiritual, por lo que antes de concentrarse en meditar recito la contraseña de la red espiritual de Xie Lian.

Odiarte Nunca Ha Sido FácilWhere stories live. Discover now