Todo de ti.

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Feng Xin paseó la punta de sus dedos, delineando la piel tersa y caliente que se erizaba, corrompiendose con el deseo que sembraban sus ágiles manos.
Suspiró, y el moreno se hundió en su cuello apartando la túnica, la deslizó con lentitud sobre sus hombros, dejando besos y suaves mordidas en su clavícula, hasta su pecho.
Mu Qing se estremeció. El moreno se detuvo. Sonrió, justo antes de lamer uno de los rosados botones y atraparlo ferozmente en su boca.

- ¡Ah!... Aah... Espera Feng... Ah... Se siente... mmgh... ex-¡trah!...Para

Feng Xin se separó de él por un momento, aún se encontraba inclinado, a escasos milímetros del agitado pecho de Mu Qing.

- Hmph... Tu manera de pedir más es extraña- Esbozo una sonrisa que a Mu Qing le resultó muy familiar - Tu cuerpo te delata...

Mientras hablaba tomó uno de los duros pezones y lo pellizcó hasta que Mu Qing soltó un jadeo y se retorció sobre sus piernas.

- Y tu boca no hace más que volverlo obvio...

Sin darle tiempo a responder, los volvió a devorar, mordisqueando suavemente y descendiendo con caricias sobre su abdomen, cerca, muy cerca.
Mu Qing se dobló, apretando los hombros de Feng Xin, suspirando y gimiendo en su oídos, como incitandolo.

- Mmgh... ¡Ah...!

Feng Xin envolvió su mano en la hombría del más pequeño, haciendo círculos en la punta antes de comenzar un vaivén lento sin dejar de succionar los rojizos botones.

Sonrojado, y por alguna razón, molesto, Mu Qing presionó sus caderas contra la parte inferior de Feng Xin, removiendose sobre su erección.
El moreno jadeó y detuvo el ataque en sus pezones, atisbando la sonrisa que curvaba los labios del peliblanco.

Esa sonrisa... Esa sonrisa que dice "te reto"

Aprovechando la turbación del moreno y haciendo uso de la exigua voluntad a la que se aferraba, tomó un poco de distancia y lo besó para levantarse.
Muy decidido, pero aún incapaz de mirar la cara desconcertada de Feng Xin, comenzó a quitarse lo que quedaba de su ropa destrozada, dejándola caer tras él.

Los ojos de Feng Xin se abrieron de golpe al observar la preciosa figura arrodillada frente a él.
Ubicado entre sus piernas, muy cerca de la dolorosa erección aún cubierta por las capas de ropa.
Su cabello sujeto le caía sobre la espalda y su piel pálida ligeramente sonrojada estaba cubierta por pequeñas gotas de sudor.

Dolía, el miembro de Feng Xin comenzaba a doler de manera casi insoportable.

Mu Qing no pudo evitar que sus manos temblaran un poco al acercarse, desacomodando su ropa, rebuscando entre ella alguna abertura por la cual sacar el bulto que había despertado.

"¡Es muy grande...! No, es enorme... Esto no va a funcionar ¡No va a entrar ni en otros ochocientos años!"

- Mu Qing...

Feng Xin susurró con voz ronca, acariciando su cabeza antes de deslizar la cinta que sostenía la coleta del peliblanco.
Sintió el peso de su cabello cayéndole sobre los hombros, cubriendo a medias su pecho como una brillante cascada de plata.

"... Definitivamente... Es tarde para arrepentirse"

La erección palpitaba siendo sostenida por sus manos temblorosas, la punta estaba enrojecida y las venas se extendían por toda su longitud. Mu Qing tragó, conduciendola con nerviosismo cerca de sus labios.

No era un experto, pero tampoco era ignorante en el tema.

Su respiración chocó contra el pene de Feng Xin provocando que gimiera y se estremeciera, tomando su cabello, sin halarlo, ni acercarlo. Conteniendo sus impulsos, tan solo acarició las hebras que se mecían al caer de sus hombros.

Odiarte Nunca Ha Sido FácilWhere stories live. Discover now