UN DISFRAZ PARA ESTE SENTIMIENTO

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Todos los días sin falta se veían.
El interés lo cubrio con indiferencia, pero pronto la indiferencia quedo corta, no alcanzo para cubrir por completo lo que comenzó a sentir, aquel amor que creció sin alimento, lo disfrazó con odio. Que lo quemo lenta y dolorosamente por dentro.
Siendo tan orgulloso, ni el mismo podía aceptar no ser amado de vuelta por lo que también se convenció de que era mejor odiar a alguien tan bruto como lo era Feng Xin.
Todo había resultado perfecto durante más de 800 años.
Guardo sus verdaderos sentimientos dentro de un baúl en lo más profundo de su corazón, esperando que aquellas llamas se sofocaran. Pero solo siguieron ardiendo casi imperceptiblemente. Solitarias y confinadas en aquel espacio reducido.
Sin mayor esfuerzo, pudo fingir y mandar de vuelta cada golpe y palabra ofensiva con la misma viveza que el contrario.
Casi creyendo que sus sentimientos por fin habían muerto sofocados por sus mismas llamas dejando por fin un terreno estéril para cualquier tipo de sentimientos que quisiera nacer.

Hasta que lo noto de pronto.

Que los sentimientos nunca se fueron y solo los ignoró.

Aquel día Su Alteza Real El Príncipe Heredero de Xian Le, Xie Lian había llegado a la capital, convocando una reunión en el Gran salón. Entró con una fantasma y un feto convertido en un espíritu feroz a la corte. Mu Qing la reconoció en seguida y ella también lo reconoció.
La dama Jian Lan. Los dos evitaron el contacto. Pero fue bastante obvio por como se habían mirado al principio.
Lo ignoro, aún que la curiosidad por su hijo era muy obvia...
¿Acaso esa cosa... Era el hijo de Feng Xin?
Su corazón se estrujó dolorosamente apenas el pensamiento cruzó por su cabeza.
¿Todo había llegado tan lejos como para que hubieran engendrado un hijo?
Se reprendió mentalmente. Eso definitivamente no tenía importancia para él.
Pasó el tiempo y aún cuando todo aquello se soluciono llegó a odiar a la fantasma más de lo que ya lo hacía.
¡Por su culpa su posición como dios marcial había corrido un enorme riesgo y su palabra puesta en duda!
Eso sin mencionar que esa vieja fantasma había podido hacer lo que él jamás podría hacer.
Tener a Feng Xin. Y aún así, lastimarlo.
Sentado en su estudio sus ojos se cristalizaron. Dejo que sus lágrimas resbalara fuera de sus ojos con evidente cansancio. Estaba harto. Lo sabia, siempre lo supo. El sentimiento que negaba diligentemente. Pero no sería correspondido. No valía la pena intentarlo.
Para nadie era un secreto la mala relación entre el general Xuan Zhen y el general Nan Yang.
Para los ojos de los demás oficiales celestiales, el odio era mutuo.
Pero, últimamente fingirlo estaba resultando más lastimoso.
Ver a Feng Xin en aquel estado hacia que su sangre hirviera al punto de casi evaporarse.
Él de verdad amaba a esa fantasma idiota que lo dejó.
Su humor era un poco más irritable últimamente. Pero lo peor no era eso. Eran esos momentos en los que se quedaba en blanco. Aún en los momentos más importantes de las reuniones en el pabellón celestial. Se veía perdido, pero no completamente. Más bien, perdido por no saber que hacer siendo demasiado consiente de su situación. Y es que aquello no tenía solución. Ella no quería nada con él. Incluso alejó a su hijo no nacido.
Era tan penoso verlo sufrir, y lo era aún más ver qué sufría por alguien que no lo mereciera.
Ahogo sus sollozos, sintiéndose idiota. Llorar por alguien era tan vergonzoso. Pensó y llegó a la conclusión de que sus sentimientos debían ceder. Al igual que el problema de Feng Xin, esto no tenía solución. El amor no era un sentimiento que se pudiera forzar.

Después de un buen rato en que se convenció nuevamente de la inexistencia de esos sentimientos. Por fin se sintió un poco más aliviado. No se habían ido aún, pero el lo expulsaría a como diera lugar.
No era masoquista. Aquello dolía. Y dolía más de lo que alguien se puede imaginar. Una eternidad era infinita, pero 800 años también era demasiado tiempo amando a alguien en secreto. Sabiendo que no corresponderá tus sentimientos tomando en cuenta la relación tan turbia que sostenian actualmente.

Odiarte Nunca Ha Sido FácilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora