Capitulo 11:

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Lunes, el primer día de la semana. El día no muy bien recibido por todo ser humano al que le da pereza levantarse temprano para realizar sus deberes. A mí me da lo mismo todos los días son iguales a excepción de los viernes. Ya empezaron los talleres en la escuela y escogí Arte dramático, no me sudaría el trasero todos los días en deportes u otra clase que me pueda lesionar. Esta clase la llevaríamos los tres años y fue una buena elección. Estaba sola en la enorme cancha gris, porque aunque no quisiera practicar deportes, mínimo dos veces a la semana teníamos Educación física. Ya me aburrí y mi única amistad femenina, no vino a la escuela. El resto de mi salón no me habla y a los que hable el primer día, se la pasan haciendo desgorre y ya mejor los evito. Ya empezaba a llenarse el patio, podías ver desde los pantalones deportivos más anchos hasta los más entubados. La cara de los hombres babeando por uno que otro cuerpo que podía dejarte en un mar de deseo.

Ya que no estoy tan mal, me levante dispuesta a jugar con mis compañeras y el otro grupo. Me uní a su juego de Basquetbol. Mi pantalón deportivo no era ajustado pero mi cintura pequeña hacia que me viera sensual.  Después de minutos sin detenernos de jugar, paramos y mi respiración era acelerada, los cigarros me han quitado energía y proporción para correr.

-Que tanto se cree esa tipa, apenas y tiene trasero –Murmuro una persona atrás de mí.

Hija de…

-¿Disculpa? –Me giré hacia ella

Estaba dispuesta a pelear con esta niñita pero mi vista se enfoco en José quien venía con todo y su salón.

-Sin trasero –Movió su cara al ritmo de cada palabra, toda una busca problemas.

No sé que me había dicho que solo escuche que habló de mi trasero. Su grupo se acerco a nuestro maestro y hablaban sobre algo. Luego apareció otro grupo que también venían con uniforme deportivo. ¿y estos qué?

-Muy bien alumnos –Aplaudía el maestro para llamar nuestra atención y todos nos acercamos a el profesor-. Sus compañeros de tercer semestre necesitan la cancha

-¡Súper! ¿Entonces la clase acabo? –Interrumpió un compañero.

-Claro Tomas –Le dijo el maestro entusiasmado.

Varios dimos saltitos de emoción.

-Claro que no chicos –Cambio de expresión a serio-. Apenas iban a empezar así que por favor

-¿Y que se supone que haremos?

Lo interrumpí y todos fijaron su vista en mí, hasta sé que él.

-Cinco maravillosas caminatas a la escuela y podrán irse a su salón –Alza su mano el maestro-. Lo prometo

Todos gritamos con horror

-¡Claro que no, es mucho! –Gruñí.

-Ya deja de quejarte y hazlo, necesitamos la cancha –Dijo rodando los ojos, Jos.

Quede boquiabierta ¿Me acaba de decir eso él?

Todos se rieron de mí.

-¿Qué les pasa? ¿Intente ayudar y se burlan de mi?

Seguían riendo.

-Váyanse a la mierda todos, niñitos estúpidos. –Me di la media vuelta para irme de ahí

-Oye tu jovencita –Identifique quien me decía eso. Era el maestro.

Me detuve.

-Ven acá –Me exclamo.

Me giré en mis talones y camine hacia el profesor con la cabeza en alto. Me va a putear.

-Pídele una disculpa a todos tus compañeros.

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