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<<Sucesos como éstos, pueden ser causados naturalmente por el uso indebido de algún artefacto de ciencia avanzada o alquimia, pudiendo provocar una simple confusión, un deja vú , la muerte de uno o varios individuos o inclusive, la destrucción de toda la raza humana.>>

Maggie salió del lugar escondiéndose en un pasillo; se tomó un tiempo para explorar la ciudad antes de volver a su época. Ya de noche, justo cuando estaba por volver, algo se lo impidió. Un mareo la hizo caer al suelo y al abrir los ojos, vaya sorpresa, se encontraba de nuevo en el colegio y era de día. sintió temor de que ya no pudiera volver a casa y estuvo a punto de intentar irse pero vio a Agnes caminando junto a esa mujer de nuevo. Suponiendo que volvió a ese mismo día, Agnes no sabría nada de la advertencia así que volvió a esperar para acercarse a ella.
Al llegar el tan esperado receso, Maggie volvió a acercarse al salón de clases —¡cobarde! eres una cobarde.
—Tú de nuevo, ¿Acaso te hice algo malo?
—No te mueras, no seas cobarde como siempre, por favor no lo seas —dijo Maggie a punto de llorar —estoy segura que puedes hacer más que eso.
—¿pero de qué ha...—salió corriendo de nuevo e igual que antes, Agnes la siguió. La mayor se atrasó un poco en la persecución pero al final llegó al pasillo donde Maggie se había escondido, Parecía nerviosa e intranquila. La pequeña deseó en voz baja que el día no se repitiera y cerró los ojos intentando volver en el tiempo.
Cuando abrió sus ojos de nuevo, se encontraba en el colegio una vez más. Se sentía agotada y frustrada. Extrañaba a su madre, el olor a galletas en la cocina, las mariposas en el campo. De pronto, un recuerdo llegó a su mente.—Tú de nuevo,...
—¡Significa que puedo irme a casa! Ella supo de la advertencia la segunda vez, lo supo. Bien Maggie, es hora de volver, ya han sido bastantes emociones por ahora— la chiquilla se dijo a sí misma deseando con todas sus fuerzas volver a casa.

...

Agnes estaba mirando una oruga que masticaba unas hojas de albahaca en la cocina. La espera le pareció eterna, y cómo no iba a serlo si llevaba horas ahí sin algo con qué entretenerse o alguien con quién platicar cómodamente. Estando la mujer con ella su aburrimiento no haría presencia, pero su hija aún estaba desaparecida así que seguía buscándola. Después de un rato más, escuchó la puerta abrirse anunciando la llegada de la mujer. Había estado llorando, se veía desgastada y muy triste así que Agnes la hizo sentarse en la sala.
—¿Se encuentra bien? ¿Necesita algo?
—Estoy bien, no tienes porqué preocuparte. —La adolescente recordó a su madre cuando quiso hablarle de la situación económica, intentando actuar fuerte, como si nada pasara con ella, pero Agnes también tenía buenas habilidades para saber cuando las personas no se encontraban bien.
—Hay una cosa que nunca le pregunté —Dijo Agnes cambiando el tema para evitar incomodidades.
—Dime —contestó la mujer.
—¿Cómo se llama? —Preguntó sin mantener ningún tipo de suspenso.
—Ah lo lamento, debes haberte estado preguntando eso desde ayer, soy Emma.
Un sonido interrumpió la conversación, era la puerta de nuevo. Tal vez un sonido del viento o algún invitado de Emma o en el peor de los casos, un ladrón. Ella se acercó a la puerta y Agnes esperó en la sala.
—¿Dónde estabas señorita? ¿Sabes cuánto tiempo estuve buscándote? —Escuchó Agnes desde su lugar
—Perdóname mamá, no era mi intención hacerte eso
Agnes escuchó la conversación desde donde estaba y percibió un tono familiar en la voz de la chiquilla. —Eres una cobarde —y entonces lo recordó, la voz era de aquella niña que le anunciaba de su muerte en su primer día de clases, así que decidió salir a verla para comprobar su teoría.
Al salir, se miraron mutuamente y la tensión comenzó y aunque ambas supieron guardar silencio, Emma se percató de que algo sucedía así que intentó interactuar con ambas —Maggie saluda, ella es nuestra invitada y se quedará hasta que recupere sus recuerdos.
—Hola —reaccionó intentando disminuir las sospechas de su angustiada madre —¿De verdad no recuerdas nada?
—De verdad —contestó Agnes.
—Bueno, yo sí. Tú te llamas Agnes y yo soy Maggie, mucho gusto —la chiquilla parecía haber cometido un error al decir eso, ahora Emma sospecharía.
—¿Se conocen?
—Sí, la conocí hace unos meses cuando llevé mis libros viejos a la librería —dijo la menor haciendo a la mentira parecer real —mamá, me gustaría salir a caminar con Agnes, ¿podemos ir?
—Bueno, pero no tarden mucho, la comida estará lista dentro de poco.
Agnes y Maggie salieron y comenzaron a hablar sobre lo que había pasado en ese extraño viaje. —¿De verdad no recuerdas nada?
—En realidad recuerdo todo, pero de haber dicho la verdad, tal vez tu mamá creería que estoy completamente loca.
—Sí, eso tiene sentido. Oh, creo que esto es tuyo, ¿No es así? —La menor se sacó el brazalete de la muñeca y lo dejó caer en las manos de Agnes.
—Sí es mío, muchas gracias por devolverlo.
—Creo que fue bastante emoción en tan poco tiempo.
—Te agradezco que hayas vuelto a esta época y no a cuando usaste el brazalete por primera vez.
—En realidad, yo solo quería volver a casa, no deseé que fuera a esta época, creo que el brazalete sabía que tenía que volver aquí.
—Que extraño.
—Oye —dijo la chiquilla haciendo una interrupción al tema anterior —debería decirte esto antes de que te vayas: como estuve perdida estos últimos días, también tú lo has estado, deberías volver ahora antes de que tu beca se pierda por faltas. Yo me haré cargo de que mamá no se preocupe por ti, tú intenta volver al futuro.
—Entonces prométeme no decirle de esto a nadie, ni siquiera a tus mejores amigas, si lo haces, estoy segura que la codicia y envidia de la humanidad, se volverá contra mí hasta obtener esto —dijo Agnes señalando su brazalete.
—Lo prometo de corazón, ahora vete, no pierdas más tiempo.
Agnes usó sus poderes una vez más y volvió a su época. Se encontraba en el portón del colegio y su estómago rugía como nunca antes así que entró intentando pasar desapercibida, pero al instante Jason se dio cuenta que ella estaba ahí y corrió a hablar con ella.
—¡Agnes!— Gritó el chico con un tono de autoridad —¿Por qué desapareciste así de la nada?
—En realidad, es algo que no puedo decirte ahora, tal vez luego podrás saberlo. ¿Estás ocupado? Tengo mucha hambre.
—¿No vas a decir nada entonces?
—Después lo haré, por favor no te molestes conmigo. —Agnes suplicó al notar la incomodidad y la decepción de su amigo.
—Vuelve en el tiempo y no me digas nada entonces, no quiero saber que estás mintiéndome.
—Estás comportándote como un niño, deja de entrometerte por favor, lo sabrás después. ¿Puedes acompañarme a comer algo? de verdad tengo muchísima hambre.
—Has estado comportándote extraña últimamente, sé que no nos conocemos bien y que probablemente no me tengas tanta confianza pero, ¿Alguna vez has pensado en cómo nos podríamos sentir tus amigos si nos mientes de esa forma? —Jason la miró de una forma en la que nunca antes lo había hecho —Estoy ocupado, no puedo acompañarte. —Agnes rompió en llanto mientras veía como uno de sus únicos amigos en ese infierno se alejaba de ella.

...

Mientras Agnes y Jason hablaban, Natalie los observaba desde un rincón creado por un tronco viejo y la pared de un salón. Cuando Agnes comenzó a llorar y Jason se alejó, Natalie miraba la escena con placer. Ella realmente parecía disfrutar el dolor de otros. Con un par de movimientos de mano, se desvaneció tal y como llegó a aquel rincón.

...

Agnes fue a su recámara y se acostó en la cama, no quería pensar en nada ni en nadie así que se dispuso a dormir. El hambre desapareció y su llanto cesó, Agnes solo se quedó con el recuerdo de Jason alejándose molesto. —Tal vez debí decirle la verdad —Se dijo a sí misma tomando una de las almohadas para poder abrazarla y después de unos minutos hablándose a ella misma, se quedó dormida.
A la mañana siguiente, Agnes buscó a Jason por todas partes para intentar hablar con él pero no lo encontró en ningún lugar así que recurrió a Félix quién aún no sabía de su regreso. —¡Félix! ¿De casualidad sabes dónde está Jason? Llevo toda la mañana buscándolo y necesito hablar con él urgentemente.
—¿Agnes? ¿Cuándo volviste?
—Eso no es lo importante, ¿Sabes dónde está Jason o no?—Contestó desesperada.
—De hecho, tampoco sé dónde está. ¿De verdad buscaste en todos lados?
—No busqué aún en la biblioteca ni en la oficina del director.
—Aunque es poco probable que esté en alguno de esos lugares, deberíamos ir a buscarlo. Tú ve a la biblioteca y yo iré a la oficina del director. —Y así fue. Ambos fueron a buscar a su amigo pero ninguno de los dos tuvo éxito y ya era hora de clases así que no les quedó de otra más que esperar a que comenzara el receso para seguir buscando a su amigo.
Cuando empezó la clase, todo iba como de costumbre hasta que alguien en la puerta cambió el rumbo de la rutina. —Leah, tienes una alumna nueva— Se anunció la secretaria del director con nuevas noticias.
—Pasa cariño, gracias Natalie. —A nadie parecía importarle quién era la chica nueva. A nadie excepto Agnes. —¿Qué miras tanto campesina? Ni pienses en acercarte a ella, tal vez estás desesperada porque ni una mosca se te acerca, pero ella ya tiene nuevas mejores amigas y somos nosotras —Dijo la rubia intentando molestarla, pero a Agnes no le importaba nada más que saber quién era la alumna nueva.
—Anda cariño, preséntate a tus compañeros, por favor.
La nueva alzó la vista y se recogió el cabello detrás de la oreja. —Mi nombre es Maggie, mucho gusto.

Efecto ColibríWhere stories live. Discover now