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<<El colibrí es considerado el ave más pequeña en toda la tierra, tiene unas alas muy amplias, su plumaje varía de patrones pero no cabe duda que es hermoso. La gente suele asociar a estos pequeños animales con el sol, lo que significa vida, creación e inspiración. Existe también la teoría de que el colibrí es símbolo de eterna libertad ya que nunca se ha visto uno en una jaula o en las manos de un hombre>>

...

Tic tac. Las manecillas giran en ese enorme y viejo aparato. Han pasado al menos dos horas desde que Agnes estaba ahí y el ambiente comenzaba a ser aburrido y tedioso. El director estaba con sus padres haciendo trámites y terminando de organizar el papeleo para el ingreso a su nueva escuela. Intentó distinguir de qué hablaban pero la gigantesca y gruesa puerta de la enorme oficina le impedía husmear sobre el tema de conversación.
Dudó que fueran a necesitarla para el proceso de inscripción así que decidió vagar un poco y conocer el lugar donde iba a vivir. Su inmensa curiosidad la llevó a un jardín donde habían dos chicos hablando, uno castaño de ojos marrones y otro pelirrojo de ojos verdes, intentó alejarse sin ser vista, su intención era no interrumpirlos pero ambos chicos posaron su mirada en ella y el castaño habló:
—¿Por qué te vas? —dijo tocándose el pecho con  una mano y bajando la mirada —¿Sabes? creí que le gustaba a las chicas, pero parece que a esta no —terminó en un tono burlón y ambos chicos comenzaron a reír de una forma agradable.
—Lo siento, no quería interrumpirlos pero tengo que irme —Dijo Agnes con el color en las mejillas al rojo vivo.
—No eres muy buena mintiendo, ¿Lo sabes? Ninguna persona llega a un sitio y en seguida tiene que irse —dijo el pelirrojo con los cachetes llenos de comida.
Agnes recibió una llamada de su madre, la estaban esperando para que conociera al director. —Realmente debo irme ahora. Lamento haberlos interrumpido, continúen con lo que estaban haciendo.
—Creo que te callaron la boca. Hasta luego señorita, esperamos volverla a ver —dijo el castaño con una sonrisa de lado mientras agitaba una mano de un lado al otro para despedirse.
Ella corrió a toda velocidad para llegar donde sus padres y el director, al llegar tocó la puerta tres veces, no escuchó nada así que decidió esperar unos segundos, volvió a tocar y esta vez una mujer un tanto mayor de cara alargada y arrugada abrió la puerta, mirándola con una cara de desaprobación bastante notoria. Entró a la oficina con las manos entrelazadas detrás de su espalda, su madre se le acercó y le pellizcó un brazo en forma de seña para que soltara sus manos, Agnes cambió su pose de inmediato y puso sus brazos en los costados.
—Usted es una persona muy generosa por recibir a nuestra hija en este enorme colegio —dijo su padre —¿Verdad que sí Agnes? —Volteó a verla con una mueca un poco parecida a una sonrisa, provocando que solo Agnes pudiera verlo.
—Si que lo es, muchas gracias señor director, estoy muy ansiosa por poder tomar clases en este instituto —Mentira.
—Me alegra saberlo señorita, tome esto —Rebuscó en uno de sus cajones y en las manos de la chica cayó una pequeña cadena de plata con detalles rosados y de colgante tenía un pequeño colibrí —Es protocolo de la escuela usar este accesorio, es como su uniforme y debe portarlo todos los días, todos tienen un dije distinto, así que no puede perderlo o pedirle a alguien más el suyo, sea cuidadosa por favor —Ella hizo una pequeña reverencia en forma de agradecimiento.
Ya en casa, Agnes decidió acostarse en cama y descansar, aunque en realidad no paraba de pensar en todo lo que estaba a punto de pasarle. Realmente se sentía muy nerviosa por todo, nuevo colegio, nuevos profesores, nuevos compañeros, nuevo uniforme, nuevas cosas. Sus ojos se cristalizaron al pensar en sus antiguos amigos, en que dejaría de ver a sus padres tan seguido, pensó en su vida antes de llegar a esa aburrida ciudad, en qué habría pasado si se hubiera quedado en el pueblo. Pensó en todas aquellas cosas que tuvo que dejar atrás para tener una mejor vida, comenzó a llorar, parecía que sus lágrimas jamás se secarían, no paraba de pensar en qué pasaría si cometía un error o decía algo que hiriera los sentimientos de alguien, hizo una mariposa con sus brazos y a los pocos minutos se quedó dormida.

...

A la mañana siguiente, Agnes esperaba nuevamente afuera de la oficina del director, ahora con un par de maletas y vestida con el uniforme, una falda gris con corte escocés de líneas rojas y azules, camisa de vestir blanca, chaleco y blazer ambos de color gris, deprimente. Y no podía faltar la cereza del pastel, la cadena con el colgante de colibrí que abrazaba su muñeca.
—Señorita, pase por favor —dijo aquel hombre largucho y delgado.
—claro
—este es tu horario de clases, tus horas de descanso, el calendario, los nombres de tus profesores junto con cada asignatura, tus libros de trabajo... —Agnes tomaba todas las cosas conforme el director se las iba dando, al darse cuenta de la montaña de hojas y libros que tenía en sus manos miró sorprendida al director de una manera discreta —Olvidé mencionarte que alguien de tu misma clase te dará el recorrido a la escuela en la hora de descanso, su nombre es Jason, pregunta por él por favor y pídele que lo haga, mi secretaria te llevará a tu dormitorio, dejarás tus cosas y después irás a clase.
—Gracias señor —Agnes hizo una pequeña reverencia y siguió a la mujer que la dejaba atrás.
—No te confíes de nadie aquí niña, todos pueden parecer muy amables pero nadie aquí lo es, recuerda que ya no estás en tu pueblo donde seguramente todos son amigos, aquí debes aprender a defenderte sola.
—Entiendo —Agnes se ofendió bastante por el comentario respecto a su pueblo, pero se grabó muy bien el extraño y duro consejo de la secretaria del director.
—Bien, esta es tu habitación —una habitación blanca, igual de deprimente que el uniforme, estaría completamente sola —Deja tus maletas, vamos a tu salón de clases.
—Está bien —Agnes atendió a la indicación y volvió a seguir a la mujer, llegaron a una puerta y la secretaria tocó la puerta, enseguida abrió una maestra de unos veintitantos años.
—Natalie, ¿Qué pasa?
—Tienes una nueva alumna —dijo la secretaria.
—Oh, mucho gusto, pasa. Gracias por traerla. —La secretaria sin decir una sola palabra más, se dio la media vuelta y se retiró.
—Chicos escuchen —aplaudió unas cuantas veces e hizo una pausa —Tienen una nueva compañera, ¿Cómo te llamas?
La chica nueva se puso completamente roja —Soy Agnes
—¿Qué dijiste? no te escuché campesina, habla más fuerte —dijo una chica remarcando la palabra "campesina" y después soltó una carcajada burlona.
—Mía, no molestes a tu compañera por favor, el ser alguien importante no te da el derecho de tratar mal a la gente. Agnes, por favor siéntate junto a Jason... Otra vez dormido, ¡Jason! —la maestra gritó y el chico de cabello castaño que Agnes había visto un día antes se levantó y ella se dirigió a su asiento.
—Así que nos volvemos a encontrar señorita —Dijo el castaño con la misma sonrisa que el día anterior. Inocente, encantadora y tierna —Mucho gusto —le extendió la mano.

...

Mariposa: Debes cerrar tus ojos cuando no puedes controlarte, después cruzar tus brazos en frente de tu pecho haciendo la forma de una mariposa, poner tus manos en los hombros y darte palmadas diciéndote a ti mismo "todo estará bien". Es una técnica usada para calmar los nervios y darse paz a uno mismo

Efecto ColibríWhere stories live. Discover now