II

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—Mucho gusto —Agnes le dio un buen apretón de manos y le devolvió la sonrisa. Comenzó a analizar a todos y cada uno de sus compañeros, le desagradó la forma en que hablaban del celular de ultimo modelo que iban a comprar esa misma tarde; en como las chicas presumían sus aretes de oro y sus bolsas de marca; la manera en que los chicos hablaban solo de la fiesta a la que irían el fin de semana. Se volteó hacia Jason para conocerlo un poco más pero estaba dormido de nuevo así que no lo molestó y decidió poner atención a la clase. Minutos después, la mocosa que la había insultado la miraba con desprecio y por instinto Agnes le sostuvo la mirada.
Mía hizo una mueca, volteó hacia la chica que estaba al lado de ella y le dijo algo al oído, enseguida la mocosa volteó de nuevo hacia Agnes quien no paraba de mirarla. Lo que la mocosa había dicho comenzaba a esparcirse por todo el salón y sus compañeros reían, mirando a Agnes con lástima notoriamente fingida. Se estaban burlando de ella.
A la hora de descanso todos salieron menos Agnes y Jason; el castaño seguía dormido y Agnes no pensaba molestarlo ya que no eran amigos, solo se habían presentado de forma breve y no era suficiente como para sentirse en confianza de despertarlo; Agnes tenía bastante sueño ya que la noche anterior no había dormido nada bien por todo lo que había estado ocupando su mente, además se sentía un bicho raro entre todos, así que para no cometer errores decidió no salir. se recostó en su butaca y se quedó dormida.
—Eres una cobarde —se escuchó una voz y Agnes despertó. —¡cobarde!
—¿Que? —la adolescente estaba totalmente sorprendida —¿Quién eres? —una chica un tanto pequeña para estar en preparatoria pero bastante grande para ir en primaria la miraba desde la puerta con los brazos cruzados.
—Eres una cobarde  —en seguida salió corriendo y Agnes corrió detrás de ella.
—¡Espera, no te vayas! —chocó con alguien y dio un golpe seco en el suelo.
—¡Estúpida, mi celular! —chilló la mocosa. Se agachó para levantar el aparato y se puso a inspeccionarlo como si de prueba policiaca se tratase. —Y para colmo lo rompiste, está arruinado y todo es tu culpa. Ahora veo que todo lo que provoca la gente como tú son desastres —hizo una pausa para mirarla con desagrado. la chica hizo el mismo gesto que en clase, como si estuviese oliendo mierda. —Deja de mirarme como si no tuvieras la culpa, pídeme perdón que es lo único que puedes hacer ya que no creo que puedas pagar mi celular, que por cierto, era nuevo.
—Basta Mía, no deberías tratarla así, ¿No ves que es nueva? además tienes otro celular igual en tu bolso. —dijo su acompañante.
—Cállate Sofía, se nota que no prestaste atención a lo que te dije hace un momento; es una chica becada —así que era eso de lo que se burlaban — es del campo y no tiene dinero así que pedir perdón por lo que hizo es lo único que puede hacer.
—Lo siento mucho —dijo Agnes levantándose del piso y sacudiendo la tierra de sus calcetas —¿Cuánto cuesta eso? tal vez me tarde pero puedo pagarlo.
la chica comenzó a burlarse mientras la veía de arriba a abajo —No vale la pena que lo intentes, es mucho dinero para ti, tal vez lo que gana tu familia en un año, déjalo así, vámonos.
Las dos chicas se fueron, Agnes hizo caso omiso de ellas y volvió a buscar a la chica de antes, miraba a un lado y al otro pero no lograba encontrarla. Comenzó a caminar un poco desesperada y nerviosa, se sentía culpable por alguna razón; dio unos cuantos pasos mirando hacia otro lado y volvió a chocar con alguien más alto que ella —Mierda, no de nuevo. De verdad lo siento mucho, no era mi intención —dijo cabizbaja.
—No hay de qué preocuparse, nada que no se pueda pagar con un café. —dijo un chico, Agnes volteó a verlo, ahora se encontraba frente al pelirrojo —Solo bromeo, de verdad no es nada, ¿Dónde está Jason? ¿no se suponía que te daría el recorrido a la escuela?
—Se supone, pero está en el salón, se quedó dormido. No importa, me enseñará la escuela después.
—No, no puede no importarte, no todos son amables como para ayudarte si te pierdes. Yo te daré el recorrido.
—Está bien —el pelirrojo empezó a caminar pero ella le jaló el brazo —Espera un momento, antes que nada ¿Cómo te llamas?
—Oh que tonto, me llamo Félix, mucho gusto, y tu eres...
—Soy Agnes, mucho gusto.
—Que lindo nombre. —él le sonrió y Agnes se sonrojó un poco.
—Gracias —Félix comenzó a enseñarle el colegio, todos y cada uno de los salones, los jardines, la biblioteca, la cafetería, los dormitorios, etc. La escuela era tan grande que al terminar el recorrido, ya había terminado su descanso, la campana sonó y todos volvían a los salones.
—Bien, creo que debemos despedirnos, ¿estás segura que estarás bien? ¿se te complica algo?¿quieres que te ayude con alguna materia?
—Si, estaré bien, pronto iré aprendiendo todo, gracias por el recorrido —caminaron juntos hasta los salones.
—Bueno, entonces nos vemos después, ¿te parece?
—Claro, hasta luego.
—Oye, tu cabello está despeinado, ven —el chico se acercó a acomodarle los mechones lacios detrás de la diadema y después se despidió de ella con una sonrisa.

Efecto ColibríDonde viven las historias. Descúbrelo ahora