XIII

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Abordar a Tsukishima con la guardia baja es más difícil de lo que pensaba que sería en un primer momento. Después de hablar con Kuroo en la mañana, le vigila durante el almuerzo, pero ni siquiera tiene tiempo de abrir la boca para decir algo porque el rubio ya se está levantando para irse a trabajar de nuevo. Algo le dice que la realidad es que probablemente esté buscando excusas para no estar mucho tiempo con él, pero tampoco hace falta ser un lince para ver lo que tiene delante de sus propias narices.

Decide que será a la noche. Cuando Tsukishima vuelve cansado de trabajar a veces se le suelta más la lengua, es más suave y tiene menos cuidado con lo que hace. Solo queda pensar qué decirle para que la cosa no se le vaya de las mano, porque Yamaguchi tiende a exaltarse con facilidad.

Mientras, pasa la tarde visitando el centro de la ciudad y perdiéndose en sus calles. Estaba tan metido en su papel de mantener las apariencias que se había olvidado que, en realidad, está de vacaciones. Como no sabe muy bien cuánto más se quedará en la ciudad aprovecha y compra también algunos souvenirs que le prometió a sus compañeros de trabajo que nunca habían estado en Japón y se hace una foto junto a un grupo de chicos que hacen cosplay de un anime que le gusta a Hinata. Piensa en enviársela cuando entra en su campo visual algo que llama su atención. 

Sin darse cuenta se ha dirigido hacia la misma calle en la que está situada la empresa para la que trabaja Tsukishima. No le da tiempo a reprenderse a sí mismo por su descuido cuando puede ver a la lejanía cómo Kenji sale por las puertas del edificio con el brazo sobre los hombros de Kei, riendo sobre algo. Frunce el ceño instantáneamente y, desde su posición privilegiada al otro lado de la calle, en la que no se le ve por culpa de la gente que espera a que el semáforo cambie de color, les sigue con la mirada unos segundos. Está intrigado por ese cambio repentino en la relación de los dos.

Ve que siguen calle arriba cruzándose con una chica a la que aparentemente, en primera instancia, no toman en cuenta de entre la gente que transita la calle, pero que se dirige al mismo edificio del que ellos acaban de salir. Kenji es el único de los dos que se gira y saluda a la desconocida con una sonrisa, por lo que intuye que serán conocidos. Cuando la chica pasa de largo el propio Kenji le da un codazo para nada disimulado a Tsukishima, quien mira hacia otro lado sin prestarle atención.

La chica en cuestión se ha llevado toda la atención de Tadashi. Viste un vestido amarillo, unos tacones blancos y lleva una bolsa de tela colgando del brazo. No puede ver su cara con claridad hasta que ella misma coloca un mechón de su largo pelo detrás de su oreja. No le hace falta ver más para saber que es Megumi. 

Kenji no exageraba cuando le dijo que se parecían.

Eso, sin duda, es lo que no sale de su cabeza en el tiempo que tarda en volver al apartamento. 

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La espera es eterna. Desde que llegó no ha parado de dar vueltas por toda la casa intentando ordenar sus pensamientos, pero no ha servido de nada. Por si fuera poco, mirar a cada rato la hora tampoco ayuda a que el tiempo pase más rápido y termina por pasar la tarde entera mordiendo sus uñas (pintadas de negro) y perdiendo el tiempo en lo primero que pasa por su cabeza. Para cuando escucha que alguien llega a casa al fin, Yamaguchi lleva diez minutos intentando no quedarse dormido en el sofá.

La noche había caído hacía más de unas horas, pero no pensó que Kei realmente tardaría tanto en volver cuando decidió que "aguantaría un poquito más". Escucha que deja las llaves en la entrada y sus pasos delatan que se acerca hacia donde está él. Tampoco quiere parecer una esposa desesperada que espera a su marido, pero Tadashi no puede evitar levantarse al verle aparecer porque, literalmente, lleva todo el día esperando ese momento y hablar al fin.

I Belong Where You Belong | TsukiyamaWhere stories live. Discover now