XVII

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Un solo volantazo más y Kei jura que va a vomitar hasta su primera papilla allí mismo. Tendría que haber pensado mejor las cosas en vez de haberse lanzado, pero ya era demasiado tarde. Que la autovía esté a rebosar de coches y que Kenji sea un psicópata al volante solo han reafirmado que todo era un error.

Una vez que kenji le hubiera explicado que tras ver por primera vez a Yamaguchi le había estado investigando (en su defensa "porque eso es lo que hace con todas las personas que cruzan la puerta de la empresa"), le ha dicho que el menor llevaba un tiempo trabajando en el extranjero. Por lo visto, cuando le comentó sobre la inversión que haría el señor Kimura, solo era para ver si kei estaba enterado de que la empresa que recibiría el capital era exactamente la misma para la que trabaja Yamaguchi. Y, después, al ver que Tsukishima no sabía nada de la ocupación de Tadashi, simplemente dejó el tema aparcado.

--Más te vale no vomitar en mi coche.

--Conduce como una persona normal y nos ahorraremos el disgusto.

Kenji sonríe a la vez que pisa el acelerador.

¿Que cómo habían acabado en el coche de Nakahara rumbo a Miyagi? Pues porque tras descubrir que Yamaguchi le había bloqueado de toda red social existente, la única forma de hablar con él era cara a cara. Y, sorprendentemente, Kenji se ofreció voluntario a llevarle hasta Miyagi e incluso para conseguir unos días libres en el trabajo. ¿Cómo había conseguido esto último? Tsukishima no tenía idea, pero tampoco tenía ánimos como para querer enterarse.

kenji siempre consigue salirse con la suya.

--¿Y bien? --pregunta el castaño, mirándole de reojo--. ¿Cuál es el plan?

Tsukishima suspira y fija la vista en el camino que deja ver la ventanilla. ¿Cuál era el plan? Hace una hora estaba discutiendo por teléfono con uno de sus mejores amigos, media hora después, dándose cuenta de que era muy probable que perdiera a Tadashi para siempre y, en esos mismos instantes, montado en un coche rumbo a su pueblo natal después de años sin saber qué encontrará a la vuelta. ¿Cómo esperaba que tuviera en mente un jodido plan si ni siquiera sabía cómo no le había dado un ataque de ansiedad todavía?

--No hay ninguno --admite.

Kenji carraspea un par de veces, pasando su lengua por sus agrietados labios.

--¿Me estás haciendo conducir 489 kilómetros sin tener plan?

En realidad, era él el que se había ofrecido a hacer de chófer, pero el rubio no tenía ganas de discutir sobre ese tema.

--Ni siquiera sé si querrá hablar conmigo --responde con sinceridad, dejando escapar un tono abatido que es interceptado por el contrario.

Ni siquiera sabía qué demonios hacía volviendo a Miyagi. Sentía como si todavía estuviera en una especie de sueño y le costara reaccionar a lo que ocurre a su al rededor, que lo hace a una velocidad que es imposible de procesar.

--¿Sabes al menos dónde podemos encontrarle? --le pregunta el contrario.

--Creo que tengo una idea.

Después de todo, sabía que había vuelto para el festival de privamera. Algo le decía que podría encontrarle en el lugar. El simple hecho de si quiera pensarlo hace que le pese el pecho, ¿qué le diría cuando se encontraran? O, peor aún, ¿y si Tadashi había vuelto ya a Corea y él se topaba con que ya era demasiado tarde? Eso último sería un buen desenlace a su inacción de todo ese tiempo que ha pasado junto Yamaguchi, viendo cómo intentaba acercarse a él mientras él solo se alejaba, aunque deseara más que nadie de que le alcanzara.

--Bien, te tomo la palabra. --Kenji le mira de reojo, curioso--. ¿Y dices que está con otro chico?

La pregunta hace que las ganas de vomitar aparezcan de nuevo, porque ese era otro tema que prefería ignorar lo máximo posible.

I Belong Where You Belong | TsukiyamaWhere stories live. Discover now