XVI

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Otro capítulo que subo sin corregir... primero lo siento mucho, en serio!

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--Estás ardiendo.

Tsukishima retira con brusquedad la mano de kenji y le mira frunciendo el ceño. El chico ha levantado las persianas y ha apagado su lámpara, por lo que Tsukishima es plenamente consciente ahora de lo mucho que le duele la cabeza y que no sabe realmente qué hora debe de ser exactamente. Debe de haber enfermado de nuevo por el estrés (le pasa más a menudo de lo que le gustaría admitir), de eso está seguro. De lo que no lo está tanto es de qué hace Nakahara en su casa, así como si nada.

Intenta incorporarse sin éxito. Está demasiado exhausto como para mantener siquiera el equilibrio, por lo que se mantiene tumbado en la cama fulminando a su compañero de trabajo con la mirada. Kenji ha dicho que le ha traído un bol de caldo dashi que descansa en la cocina, por lo que, haciendo caso a su estómago, le pide ayuda para poder ir a comer algo. Siente que no prueba bocado en días.

--Y dime, ¿qué haces aquí? --hasta la voz le sale sin fuerza cuando habla.

Kenji se cruza de brazos apoyándose en la pared una vez que llegan a la cocina. Tsukishima se sienta en un banco cerca de la isla y da las gracias por la comida antes de comenzar a comer, escuchando todo lo que el contrario tiene que decir (que no parece ser poco).

--Asegurarme de que sigues vivo --suelta--. Hay dos tipos que han estado llamando a tu jodido despacho sin parar los últimos días y resulta que, ¡magia! No sabían nada de ti, como todos los demás, y yo fui el encargado de buscar tu supuesto cadáver (en el caso de que hubiera alguno). Pero entonces el calvo... dios, como se entere de que le llamo así seguro que me despide. Bueno, que el incompetente ese al que se supone que tenemos que respetar, me dijo que le habías mandado un correo excusándote durante unos días del trabajo por no sé qué de asuntos personales. Tío, me perturba que hayas podido enviar un correo tan formal con esa fiebre cuando ni siquiera podías levantarte de la cama hace unos minutos. Eres un jodido monstruo.

Kei pestañea un par de veces intentando seguirle el ritmo a todo lo que ha soltado por la boca en menos de dos minutos. Debe de estar haciéndolo a propósito (lo de hablarle tan rápido y casi sin pausa) solo para molestarle. Al menos le agradece la sopa, porque sin duda necesitaba llevarse algo al estómago. Todavía siente la cabeza a punto de explotar, pero al menos ya se siente con algo más de fuerzas (aunque solo sea un poco).

--Total, que estos tipos querían saber si estabas vivo, y la verdad es que yo también, porque ya me estaba aburriendo en la oficina yo solo. Entonces me dieron tu dirección esta mañana y después de eso he estado, literalmente, una hora en tu puerta esperando a que me abrieras. A esas alturas ya pensaba que habrías muerto de verdad o algo así (o qué habrías mandado todo a la mierda y te habías ido a vivir al Caribe, yo qué sé), así que decidí preguntarle a alguno de tus vecinos si tenían llaves de tu casa porque, bueno, vives solo. Había un 90% de posibilidades de que se le hubieras confiado a alguno de tus vecinos una copia en caso de que ocurriera alguna urgencia. Y esta era la urgencia, obviamente.

--¿En serio te ha dado la señora Nishimura las llaves de mi casa? --Kei suspira sin creérselo, escuchando a Kenji volver a la carga con su habladuría.

--Si le decía que era amigo tuyo no iba a colar ni de coña, así que cuando le dije que era tu prometido no le quedaba otra --Tsukishima se atraganta con su propia saliva y sucumbe a un ataque de tos--. Fue muy simpática, por cierto --continúa diciendo kenji como si nada, mirándose sus cutículas--. No tardó ni un minuto en largarme que habías estado viviendo estas últimas dos semanas con "un punk lleno de piercings y pintas de macarra" --adoptando una actitud de despechado, Kenji le señala acusatoriamente--. Espero que no me hayas estado poniendo los cuernos, Tsukki.

I Belong Where You Belong | TsukiyamaWhere stories live. Discover now