12. Los bikinis que me trajeron por la calle de la amargura

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📅 Sábado 8 de julio

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📅 Sábado 8 de julio

📅 Al día siguiente 

Definitivamente el mando de la Play no funciona. Resoplo frustrado porque es el único que tengo, y si se me rompe no puedo jugar. Creo que ya va siendo hora de que me compre uno. Miro la hora y veo que son pasadas las 12 del mediodía. Podría ir al centro comercial que hay en Arbeyos y comprarme uno. Pero para eso le tendría que pedir el coche a Olivia. Bueno, así tengo una excusa para verla. Si es que está despierta, porque anoche llegamos casi a las 3 de la mañana del bar.

 Me pongo en pie y cojo mi cartera. Mi abuela está en no se donde haciendo no se que. Y como siempre, no me da explicaciones de su vida. Bajo las escaleras y abro la puerta saliendo de casa. Después de cerrar, me dirijo a casa de Olivia rezando porque esté despierta. 

Pienso en anoche y sonrío. Casi nos besamos. Casi. Y me alegro de que no pasara. Hubiera sido muy fácil hacerlo. Pero no era ese el sitio. No. Tengo claro que la voy a besar. Más claro que el agua. Mi corazón sabe cuando será. Tengo esa corazonada. El día que lo haga sólo estaremos ella y yo, sin nadie que nos mire ni nos interrumpa. 

Me planto frente a su puerta y llamo despacio esperando que me abra. Pocos segundos después, ella lo hace, y en cuanto me ve, esboza una sonrisa, esa que pone cada vez que me ve. No puedo evitar mirarla, pues lleva un vestido de flores que le sienta de muerte. Y como siempre, sin maquillaje.

-Buenos días, Marco, ¿cómo estás? -me pregunta abriendo más su puerta por si quiero entrar en su casa.

-Ahora mismo, cabreado. Se ha roto el mando de la Play y necesito comprarme uno -le contesto mostrando todo el fastidio que siento por culpa del puto mando.

-Que suerte tienes de que ahora mismo me iba al centro comercial.

-Si que tengo suerte, porque precisamente venía a decirte si te apetecía que fuéramos -recibo otra de esas sonrisas por su parte, y Oli solo tiene que asentir con su cabeza. Entra en casa de nuevo y sale segundos después con su bolso y con las llaves del coche en su mano. 

-Cuando quieras, pero, conduces tú -ella me tiende las llaves y yo no dudo en cogerlas.

Caminamos juntos hacia su coche, ese que me ha salvado la vida estos días. Después de montarnos en el y ya con el cinturón puesto, arranco para dirigirnos a Arbeyos. Sé que soy un descarado, pero no puedo evitar mirarle las piernas porque el vestido se le ha subido cuando se ha sentado.

- ¿Y tú que vas a comprar? -le pregunto para no tener que desviar mi mirada a sus muslos y no ponerme malo. 

- Bikinis -me dice. Solo esa puta palabra y ya me estoy imaginándola en un probador con un par de ellos puestos- y por dar una vuelta. ¿Tienes mucha prisa?

- No, no tengo nada que hacer. Mi abuela me ha abandonado -le confieso rodando mis ojos, pues la Poli tiene más vida social que yo cuando empieza la temporada. 

𝙉𝙪𝙗𝙚𝙨 𝙙𝙚 𝙘𝙝𝙤𝙘𝙤𝙡𝙖𝙩𝙚Where stories live. Discover now