Capítulo 38: Al sur de las montañas

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En Gófteca, Dono se presentó en nombre de Solaras para que los dejaran ir con Mizu. Lo revisaron junto a Furan y tras comprobar que estaban libres de magia maligna los escoltaron a una oficina dentro del cuartel principal. Psi permaneció quieta en el bolso, obediente a lo que su dueña le ordenó.

El capitán de la guardia los recibió, ojeando un informe.

—Los vigías de la entrada confirman que ustedes tres entraron juntos. ¿A qué vinieron?

—Estamos de paso rumbo a la costa —Dono respondió sin titubeos, con su postura erguida de soldado—. Las escolto hacia Theras.

—¿Vienen de Órobos? Hubieran ido a Esbaloria, estaba más cerca —dio vuelta un par de hojas—. Solaras, ya veo. ¿Él eligió Theras?

—Él mismo.

—He oído que su instinto es muy agudo, pero el resto de lo que dice... De todas formas, es un viaje largo desde Azor hasta acá.

—Desconozco las razones. —Dono inclinó la cabeza—. Me limito a acatar su orden, que fue recogerlas y mantener un bajo perfil. Lamento no tener más información que entregar.

Furan estaba a su lado, estrujando histérica la capa gris del joven. Se sentía intimidada por el hombre, quien la juzgaba cada vez que alzaba la vista, presionándola de forma silenciosa.

—Comprendo —cedió el capitán, dejando los papeles sobre la mesa—. Había un niño siguiéndolos. ¿Saben algo de él?

—¿Nos seguía un niño?

—Llegó junto con ustedes a la entrada, pero también venían otras caravanas...

Furan lo interrumpió abruptamente.

—¿Mi amiga se encuentra bien? —Puso ojos llorosos y con las manos juntas le imploró—. ¿Podemos verla?

—Ella se encuentra bien. Lo que haya sido esa cosa no la lastimó ni maldijo.

—Qué alivio...

—Pero definitivamente tiene algo. Los magos no pudieron saber qué sucedió porque está sellada con una magia poderosa. Como no pertenece a Terreno Neutral creemos que jugó con algo peligroso.

Dono detuvo a Furan, disimulándolo con un gesto fraternal.

—Nosotros tampoco entendemos qué sucedió, no sabíamos del sello.

—Tal vez se lo guardó por precaución. Debe ser el motivo por el cual Solaras mandó a buscarla. —Dejó su escritorio y abrió la puerta—. Vengan, por aquí.

Los llevó por los pasillos interiores del fuerte, construido con rocas extraídas de las montañas cercanas, haciéndolo resistente a ataques, pero muy frío y lóbrego. Furan se arrimó contra Dono, en busca de cobijo. Al llegar a la enfermería vieron a Mizu en una camilla, arropada en sábanas blancas y con su cabello recogido en un moño alto.

—¡Mizu! —Furan se precipitó hacia ella con los brazos extendidos y la estrechó, apoyándose encima.

El guardia y Dono permanecieron bajo el umbral de la entrada.

—Detectaron un agotamiento mental severo y baja energía vital —el hombre dejó a un lado la libreta que tenían las enfermeras, donde llevaban registro de los pacientes y su condición—. Pueden pasar la noche aquí. Si ve rostros familiares se alterará menos.

—Se lo agradezco...

—No lo hagas. La interrogaremos cuando despierte y apenas responda mis preguntas quiero que se larguen de Gófteca. Llegan y sucede algo inaudito, no quiero arriesgarme a que se repita. Jamás.

Archimago 5, Secretos develadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora