Capítulo 44: Visiones y enigmas

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El Cuarto Mago los despertó al amanecer, llevándoles pan dulce y té para que espabilaran. Yashi, Mizu y Karen fueron los primeros en salir y se dieron cuenta de que Clavel no había regresado. El alto mago aclaró que la situación de Dono aún era incierta, pero que estaba pronta a tener solución. Al rato se les unió Azzel, con el pelo revuelto y cara de sueño; prefería despertar un poco más tarde que eso.

Karen acabó su taza, se incorporó sin decir una palabra y regresó a la habitación con pasos firmes. Escucharon gritos y en diez minutos salió con Furan, tironeándola.

—¡Quiero dormir más! —lloriqueó la morena.

—O vas con nosotros o te quedas bajo llave.

—De acuerdo... —se arregló la ropa, torcida por los jalones.

—Nosotros ya terminamos —se burló Yashi—. Eres la última.

—¿Y los demás?

—Clavel no ha regresado, el juicio de Dono aún sigue.

Furan se giró hacia el cuarto de Ban, pero una voz familiar la interrumpió.

—Ban debe descansar —Yázagara entró con Rusé, quien los saludó con un tímido gesto—. Buenos días.

—¡Ey! ¿Por qué yo no puedo seguir durmiendo y él sí?

—Porque él salió gravemente herido —contestó el anciano con una sonrisa—. Explicaciones para después, no hay tiempo que perder. Rusé, ve a revisar cómo está. Mizuno, ¿lista para empezar tu entrenamiento?

Ella miró a su hermano y sonrió.

—Sí.

—Necesitas un lugar silencioso. ¿Dónde podríamos...?

El Cuarto Mago se acercó.

—Pueden quedarse aquí, ya que por el momento es área restringida, nadie vendrá a molestarlos. Lo único que recomiendo es poner campos de protección si van a utilizar magia. Los demás vendrán conmigo.

Furan juntó las manos, emocionada.

—¡¿¿Un paseo??!

—Algo por el estilo. El Octavo Mago quiere verte —la señaló e indicó a los aprendices—. Les dio acceso a su biblioteca, para que busquen información de dudas que adquirieron durante el viaje.

—¡¡Libros del Gremio Supremo!! —Canturreó, saltando encima de Karen y zamarreándola.

—Por fin —ella se dejó, con los ojos chispeantes de emoción.

Hayashi rió para adentro. Su expresión le pareció adorable, pero si ella se enteraba lo mataría, así que evitó mirarla. A su lado, Azzel se mostró incómodo, tan temprano y armando semejante escándalo...

—Ya que acabaron, síganme —anunció el hombre, dejando la sala.

—¡Yo no he comido! —La morena cogió dos hogazas de pan dulce y corrió tras el grupo.

Mizuno se despidió agitando la mano hasta que salieron del edificio. Azzel se volteaba constantemente a verla, aprensivo. Incluso cuando se cerraron las puertas él se regresó.

—Oye —lo llamó Yashi—. Estará bien con Yázagara y lo sabes. Necesita su ayuda.

—Sí, pero...

—Pero nada. Ya hiciste todo lo que debías: decirle la verdad. ¿Por qué sigues intranquilo? ¿Faltó algo?

—No. —Bajó la mirada y dio un paso atrás—. Es sólo... Años dedicado a protegerla y de pronto ya no debo hacerlo.

Archimago 5, Secretos develadosWo Geschichten leben. Entdecke jetzt