Cuando las heridas de Seokjin cicatrizaron y su mirada terminó por perder su brillo, se preguntó si valía la pena seguir vivo o si hubiese sido mejor opción seguir a su madre hasta el cielo, también se preguntó si tenía sentido que ella hubiese muerto cuando fue él quien recibió los golpes para defenderla.
El asunto era que él seguía vivo y su corazón herido no entendía por qué.
Así que, como era costumbre, buscaba aliviar un poco su dolor observando las hojas caer de los árboles gracias al agresivo viento que golpeaba las copas de estos, solo podía hacerlo a cierta hora, cuando el flujo de gente disminuía y los niños no estaban jugando cerca, se sentaba en la misma banca y su vista iba del cielo a los árboles y de los árboles al suelo.
Creía que estaría bien, las personas pierden a otras todo el tiempo y él hizo lo mejor que pudo para cuidar de las suyas.
¿Quién cuidaría de él ahora? ¿Tendría que volver a ocuparse de él mismo?
Recogió su cabello, giró a la izquierda y sus ojos conectaron con los de una de las niñas que ya acostumbró a ver, suspiró, no entendía porque se le quedaba viendo en lugar de echar a correr.
—¿Qué quieres?
Señaló a su rostro.
—Es raro—dijo— su cara es rara.
—No me digas. Vete con tu mamá o algo.
Niega.
—Tengo papá. Mamá no.
Casi se rió.
—Bienvenida al club. No te sientas mal, en esta época nadie tiene ambos padres, es moda.
No le pareció raro cuando el mencionado padre de la niña apareció, se asustó viéndolo y se llevó a la pequeña, alcanzó a escuchar las cosas horribles que dijo sobre él y aunque era usual, seguía doliendo. Tragó saliva y asintió.
—Mm, está bien. Mamá murió, papá está encerrado por unos pocos años, mis hermanas no quieren ni verme y a mí me tocó vivir con este rostro.— se soltó el cabello—Está muy bien, yo puedo seguir pagando los errores de otros, alguien tiene que hacerlo.— suspiró—Yo lo haré, hijos de puta.
Todos tenían su propia fortaleza. Seokjin actuaba como si tuviese la suya.
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Las largas líneas que cruzan el rostro de Seokjin son la clara respuesta al porqué de su actitud y pérdida de seguridad.
—¿Cada línea en tú rostro tiene una historia o todas juntas son una misma?
—No es tan profundo como lo haces sonar, simplemente tuve mala suerte, no lo embellezcas.
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