3. "Nuevo tiempo, nuevo yo II"

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Dallas, Texas, 1960

Klaus lleva meses aquí. En éste punto, ya ha aceptado que ésta será su vida. Si así será, tampoco es un destino tan malo. Definitivamente tiene algo mejor aquí de lo que tenía en el presente-futuro. Corrección, aquí tiene algo. O lo tenía, por estos mese, ahora ya no está tan seguro.

—Lo arruiné, ¿verdad? —Klaus resopla, acurrucado con las piernas contra el pecho bajo un árbol muy similar al del patio de su casa de la infancia.

Ben hace una mueca de simpatía, sentándose a su lado.

Tal vez no debiste mencionar con nombre y todo al niño muerto en la esquina del pasillo, considerando que el padre del niño muerto estaba presente —señala con esa franqueza suya.

—Si, mierda, no necesitas decírmelo, me dí cuenta —Klaus rezongo, estirando el cuello hacia arriba y apoyando la cabeza en la dura corteza del árbol—. En mi defensa, no sabía que era el padre del niño.

No, no lo sabía, pero eso no cambia las cosas. Klaus lleva meses aquí y creía haber construido algo bueno pero, vamos, ¿a quién quería engañar? Él lo estropea todo, tarde o temprano. Es básicamente una ley universal.

Resulta que todos los fantasmas que rondan en la casa para veteranos están conectados a alguno de ellos, y cuando, harto de su insistencia, mencionó a uno de ellos en el desayuno, al niño que no dejaba de pedirle que le permitiera hablar con su papá, el escándalo se armó. Descompensó a la mitad de ellos y la otra mitad querían golpearlo.

Primero lo llamaron mentiroso, luego les dio pruebas, mencionando cosas que solo el niño sabía, y carajo, esa idea fue peor.

La única razón por la que no ha huido rumbo al próximo pueblo disponible es que sus cosas siguen en su habitación.

¿Pensará Marie que es un desalmado, igual que ellos?

—¿Klaus? —oh, y hablando de la dama, allí está—. ¿Estás bien?

—Estoy probando una teoría —afirma Klaus con ingenio pero un deje de amargura—. Que, si me pego lo suficientemente al árbol, tal vez me fusione con él.

Ella suspira con paciencia y se sienta a su lado. Hoy lleva un vestido amarillo muy bonito y zapatos sin plataforma que no le importa meter el barro. Su cabello se ondea de una manera hipnotizante y le a Klaus ganas de enredar los dedos en su pelo.

No creyó que volvería a sentir, el salto en el corazón, la atracción. No después de Dave.

—Oí que agitaste a los muchachos de James —ella dice, con toda la sutileza que tiene para dar.

Start Again | Klaus Hargreeves.Where stories live. Discover now