6. "Encuentros fortuitos"

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Dallas, Texas. Finales de 1960

La relación de Marie y Klaus no hace más que estrecharse luego de la confesión de éste último sobre todo el "asunto fantasma". Comienzan a reunirse mucho más que para un almuerzo semanal, y sus reuniones incluyen meditación y charlas largas sobre el pasto.

Marie es... increíble. Es fácil hablar con ella y lo escucha.

Cuando ella sugirió el entrenamiento, la parte pequeña de Klaus que en realidad nunca salió del mausoleo, entró en pánico. Pero ella no es estricta, no lo fuerza o empuja ni lo llama cobarde ni se ríe cuando el le dice que necesita una luz para dormir.

Marie también le cuenta cosas. Su madre fue tan buena como lo fue el padre de Klaus. Es decir, una mierda. Ella también es adoptada y sin el mejor historial familiar.

En éste momento, Klaus se encuentra sentado con las piernas cruzadas. No se fuerza, está en calma. Estaban meditando y ahora intenta concentrarse en una idea, como han practicado. Y, de repente, Ben está ahí, azul, saludando a Marie tímidamente.

Klaus abre los ojos cuando ella dice:—Hola, Ben.

Es tan emocionante que Klaus está riendo y saltando.

—¿Lo hice? ¡Lo hice! ¡Marie lo hice! —exclama, haciendo un bailecito torpe y emocionado.

Marie se ríe, contagiada por su emoción y se deja llevar cuando él la toma de las manos para unirla al baile improvisado.

Cuando la mira, sus ojos azules resplandecen bajo el brillo del sol y Klaus piensa que ella es hermosa, y no se está refiriendo solo a belleza física. En un impulso, estira la mano y enreda sus dedos en algunos de los risos oscuros de ella.

El baile se detiene en un suspiro ansioso y es como si todo quedara repentinamente en silencio.

Marie lo mira con los ojos muy abiertos, casi con miedo, pero luego su mirada se suaviza de una forma que se siente casi mágica, y sube su mano hasta la de él para acariciarla suavemente con las yemas de los dedos.

Algo cambió entre ellos después de la conversación sobre los fantasmas, y las miradas y los toques que se han vuelvo regulares entre ellos éstos meses. Algo se abrió.

Marie está aterrorizada por la idea. Ella es la chica sin tiempo, la chica que huye... Pero también está increíblemente fascinada. Tal vez las personas particulares se atraen después de todo.

Así que, bajo la luz anaranjada, decide dar el paso. Un paso pequeño, pero que marca un antes y un después en todo lo que su relación se convertirá.

—¿Vas a besarme, Hargreeves? —su voz suave e hipnótica.

—¿No quieres salir corriendo? Última advertencia para huir —Klaus advierte en el mismo tono. Marie puede sentir como su mano tiembla bajo la suya.

Start Again | Klaus Hargreeves.Where stories live. Discover now