Prólogo.

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Dallas, Texas|1960

El destello azul que ilumina el cielo sobre un callejón es imperceptible para todos en Dallas. Bueno, para todos excepto Marie.

Se podría decir que lo estaba esperando. Tarde o temprano iban a encontrarla, era a lo que ellos se dedicaban después de todo: Destruir las anomalías como ella.

Solo no esperaba que ocurriera tan rápido, estaba segura de haber cubierto bien su rastro.

Ahora tenía dos opciones: huir, o pelear. De cualquier forma moriría, pero decidió que prefería hacerle frente a lo que viniera, caer luchando.

Su pelo oscuro le caía en hondas mientras corría. Aún llevaba su vestido de la época, los zapatos y collares, pero el gorro había volado lejos hace una cuadra y no se molestó en volver para recuperarlo.

Se preguntó a quién habían enviado tras ella ésta vez. Al menos no podían ser Hazel y Cha-Cha, lo último que supo de ellos era que habían sido enviados a una importante misión en el futuro.

Sin embargo, de todas las cosas que esperaba encontrarse al llegar al callejón en que parecía había ocurrido la anomalía temporal arriba de éste, definitivamente no esperaba a un hombre con pantalones de cuero ajustados y zapatos de bolos quejándose adolorido sobre el suelo de cemento. 

Marie se quedó quieta en el callejón frente al desconocido, su aliento agitado y su pelo golpeándole las mejillas, y lo observó de pies a cabeza con un ojo crítico y entrenado, después de todo analizar era parte de su antiguo trabajo. Es un hombre de pelo negro rizado, una camiseta a rallas extraña bajo una chaqueta militar sin mangas, placas de identificación del ejército y pantalones de cuero con costuras de hilo a los lados de las piernas, terminando en los particulares zapatos de bolos. Por su vestimenta y su expresión, parece venir de la guerra, ¿quizás un veterano?

Que extraño, estaba segura de que la luz azul que significa un portal temporal abierto había venido de aquí, sobre este callejón. ¿Se había equivocado de lugar? ¿O acaso estaba demasiado paranoica y había creído ver algo que en realidad no estaba allí? 

El hombre se lleva las manos al estómago y suelta un quejido agotado, interrumpiendo sus divagaciones.

—Ugh, eso fue...

Marie suspira de alivio. Este hombre no tiene el aspecto de un agente, y aunque pudiera ser uno encubierto, no tiene un maletín, ni tampoco los reflejos alerta de un agente.

Nadie ha venido por ella.

Ahora, Marie sabe que debería irse. Lo más sensato es seguir oculta y no llamar la atención, ósea hablar con la menor cantidad de gente posible para así no ser detectada, pero entonces sus ojos se encuentran con los de él, que son de un verde impresionante, y sus pies parecen quedarse pegados al suelo. No sabe explicarlo, solo que hay algo diferente en este hombre, y quiere saber que es.

Start Again | Klaus Hargreeves.Where stories live. Discover now