-10-

134 18 2
                                    

Mashiho.

En mis fantasías la primera vez que tenía sexo oral, me lo hacían a mi. Sé que las vueltas de la vida son drásticas, pero desconocía hasta qué punto podían llegar a serlo.

Él nunca me lo pidió, de hecho no sabía con exactitud a que se refería en un principio, pero perdí todo autocontrol cuando contemple sus expresiones, queriendo solo que se sintiese aún mejor.

Ahora dormía en mi cama, plácidamente como un bebé.

Yo preparaba un sándwich para cada uno, después de arreglar mis propios asuntos en la ducha.

Kyu, despierta.

—diez minutos más.

Abrazaba mi almohada favorita, como si su vida dependiese de ello.

Tienes que volver a tu casa antes de que anochezca, o no nos volveremos a ver más nunca.— Coloqué el plato a su lado, para que por lo mensos e diese cuenta que había comida.— Junkyu.

Despertó tan desubicado que hasta yo me pregunté donde estaba.

Yo...Creo que tuve un sueño raro.

Esto no puede estar pasando.

¿Sueño? ¿Qué clase de sueño?

Me plantee si era mejor para los dos dejarlo así, como si fuese un sueño, tal vez una pesadilla para él, pero mentirle tendría consecuencias.

Tú, y yo, fue.. Tan real.

Porque lo fue.

Creí que se desmayaría, porque todo su rostro palideció.

Mashiho ¿C-cómo se llama lo que hicimos? Yo, entiendo que pedí ayuda, entonces...

Yo tampoco sabía con exactitud, porque las cosas se había desviado levemente.

¿Me preguntas si tuvimos relaciones sexuales?

De repente me sentí como un criminal, sucio y aprovechado.

Junkyu, lo siento, así no debía...

Negó y tomo mis mejillas entre las palmas de sus manos, secando mis imprudentes lagrimas.

Me ha gustado, me has hecho sentir muy bien.

¿No te arrepientes? ¿No me odias?

Sonrió, y volví a perder todos mis sentidos.

No, nunca.

Mientras comemos, charlamos de cosas banales, y para mi consuelo reímos un par de veces. Cuando llega el momento de su partida, no quiero dejarle ir, no quiero pasar toda una semana sin verle.

No dejaré de llamarte, ¿De acuerdo?

Lo acompaño hasta la misma parada donde nos bajamos,  le doy un último y fuerte abrazo, y cuando le veo subir la dependencia que he creado hacia él presenta como un balde de agua sobre mi.  

Duermo pensando en lo que hice, y como no fue un gesto amistoso como lo plantee en un principio. Concluyo que mis hormanas me hicieron unas mala jugada.

nasty; m a s h i k y u Where stories live. Discover now