✧ ཻུ۪۪ 𝐅𝐑𝐄𝐄𝐃𝐎𝐌¡! 彡*ૢ 𝐬𝐚𝐠𝐚. [03]
❝ Finalmente eres libre, ¿o no? ❞
El momento de saber los secretos de la familia de Caria están a punto de descubrirse en este nuevo arco para los mellizos y la Legión de reconocimiento, la cuál tiene...
Aplausos, vigor, llantos, gritos de emoción... Festejo.
Era lo único que podían ver y escuchar los sobrevivientes en la Legión de reconocimiento.
— ¿Son retratos? —Eren tomó las dos fotos en ambas manos, mirando las con detalle.
— ¿A qué te refieres? —Artemisia se puso de puntas para ver los papeles.
— Déjame verlo. —pidió Hanji, al instante recibió las hojas—. Es tan preciso que no parecen un dibujo.
— Esa es la foto del doctor Jaeger. —apuntó Mikasa a una de las hojas.
— Y esa... De nuestro padre. —señaló Orlando a la otra.
Era su padre, Ferdinand. Sentado al lado de Sonne, ambos sonriendo y con dos personas irreconocibles para ellos detrás suyo.
Hanji le dio la vuelta a ambas.
— “Esto no es un dibujo. Se crearon imprimiendo los reflejos de la luz en un papel especial. Se llama fotografía. Venimos del exterior de la muralla, donde la gente vive de forma primorosa. La humanidad no se extinguió ahí fuera. Espero que la primera persona que tome este libro sea un aliado, tal como los de Caria. Aunque ellos son una historia aparte, pero muy hermosa e impactante. ”
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AÑO 845
Sonne limpiaba los platos tranquilamente fuera de su casa, más específicamente en la azotea. Hacía un maravilloso clima que no quería desperdiciar por nada en, el mundo.
Recientemente el trío de amigos habían llegado a la casa de los de Caria preguntando por la salida de los mellizos con su padre, Sonne les avisó que ya se habían ido en el carruaje, y que probablemente los podrían alcanzar si corren muy rápido.
Soltó un suspiro al dejar un plato en el canasto, estaba triste de no poder estar con sus hijos conviviendo, y menos con su esposo, al cuál finalmente había decidido de perdonar, así obligandoce a olvidar al capitán de la Legión, Levi Ackerman.
Tenía un revoltijo de emociones que siempre calmaba con los quehaceres de su hogar.
— Espero que estén bien... —murmuró, exhausta de los brazos—. No sé si fue buena idea dejarlos a su cargo ahora que apenas le perdoné.