xi. t h r e e o l d d i a b o l i c

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xi. Tres Ancianas Diabólicas

      Argos nos condujo a la parte oeste de Long Island

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      Argos nos condujo a la parte oeste de Long Island. Me pareció raro volver a
una autopista, con Annabeth, Grover y Percy sentados a mi lado como si fuéramos compañeros de coche habituales. Tras varios meses en la colina Mestiza, el
mundo real parecía pura fantasía. Descubrí que me quedaba embobada mirando cada McDonald's, a cada chaval en la parte trasera del coche de sus padres, cada
valla publicitaria y cada centro comercial.

—De momento bien —le dijo Percy a Annabeth—. Quince kilómetros y ni un solo
monstruo.

Le lanzó una mirada de irritación. Luego dijo:

—Da mala suerte hablar de esa manera, sesos de alga.

—Recuérdamelo de nuevo, ¿vale? ¿Por qué me odias tanto?

—No te odio...

—Sólo te deseamos lo peor—Completé yo

—Pues casi me engañas.

Dobló su gorra de invisibilidad.

—Mira… es sólo que se supone que no tenemos que llevarnos bien. Nuestros
padres son rivales.

—¿Por qué?

—¿Cuántas razones quieres? —Suspiró—. Una vez mi madre sorprendió a
Poseidón con su novia en el templo de Atenea, algo sumamente irrespetuoso. En otra ocasión, Atenea y Poseidón compitieron por ser el patrón de la ciudad de
Atenas. Tu padre hizo brotar un estúpido manantial de agua salada como regalo.
Mi madre creó el olivo. La gente vio que su regalo era mejor y llamaron a la
ciudad con su nombre.

Se dirigió a mí.

—¿Y tú?

—Poseidón violó a Medusa, mi madre la defendió de Atenea y Poseidón, en venganza por hacerla pasar vergüenza en el Olimpo mandó a uno de sus hijos a matar a Érnelia, una hija de Adhara desde entonces mandan a sus hijos a matar a otros.

Percy tragó saliva y se dirigió a Annabeth como si temiera que fuera a matarlo

—Deben de gustarles mucho las olivas.

—Eh, pasa de mí.

—Hombre, si hubiera inventado la pizza… eso podría entenderlo.

—¡Te he dicho que pases de mí!

Argo sonrió en el asiento delantero. No dijo nada, pero me guiñó el ojo azul
que tenía en la nuca.

El tráfico de Queens empezó a ralentizarnos. Cuando llegamos a Manhattan,
el sol se estaba poniendo y había empezado a llover.
Argos nos dejó en la estación de autobuses Greyhound del Upper East Side.  Pegado a un buzón, había un cartel empapado con la foto se Percy: «¿Ha visto a este chico?»

Goddes Of Heroes And The Lightning Thief¹Where stories live. Discover now