Capítulo 5

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-¡INÉS!- chilló Hugo horrorizado, luego de prácticamente haberse abalanzando sobre la mesa para agarrar el teléfono inalámbrico y marcar a la extensión del taller-. ¡ATRAIGAME UNA VALERIANA, PERO YA!- escuchó la respuesta de la señora al otro lado de la línea-. ¡INÉS, SOLO TRAIGAMELA PORQUE SI NO ME VA A DAR ALGO!- demandó con un grito agónico al ponerse una mano encima del pecho como si le faltara oxígeno y colgó-. Yo... necesito aire- dijo, refiriéndose ahora al resto de las personas de la sala y salió velozmente del lugar cerrando las puertas tras sí-. ¡Inés! ¿¡Dónde está Inés!?- Siguieron escuchando su voz, pero esta vez en el área administrativa-. ¡Inés, mi valeriana!- Y el sonido de unos aplausos rápido le prosiguieron.

-¡Ya voy por ella!- Esa voz a lo lejos la reconocieron como la de Inesita- ¡Ya, don Hugo, aquí la tiene!

Un minuto después, el diseñador retornó a la sala de juntas con una taza entre las manos.

-Bueno, muy bien, me tomo mi valeriana para poder hablar- comentó ya más sereno y llevándose la taza a los labios; tomó un largo trago y al terminar exhaló sonoramente-. Bueno, muy bien- comenzó a decir dirigiéndose directamente a la presidente-. Niñita, muy bien, no voy a renunciar. Es más- Sus ojos pasaron a viajar por la cara de todos los presentes-, les voy a demostrar a cada uno de ustedes de lo que mi genialidad es capaz de hacer- Armando y Mario intercambiaron en silencio miradas divertidas, mientras que Daniel observaba a Hugo con una expresión burlesca pero al mismo tiempo escéptica-. Si hay que vestir unas brujas, pues las visto y se las dejo de exposición. Pero eso sí les advierto, cuando se acabe esta colección, yo renuncio a esta empresa. Pero para trabajar pido una condición, ¿dónde está mi modelo de tallaje? ¿Qué pasó con la Pupuchurra? ¿Ya me la contrataron?- inquirió, acercando otra vez la taza a su boca.

-No se preocupe por eso, don Hugo, que yo se lo arreglo- respondió Beatriz unos segundos después, claramente incomoda.

-Bueno. No les pido permiso porque, como en esta empresa no hay a quién pedirle permiso, pues...- manifestó el diseñador al correr las puertas de la salida- permiso Guti Gut- se despidió con una risita haciendo que Daniel volviera a suspirar exasperado.

-Por favor, sigue, Hugo- contestó Gutiérrez riéndose.

-Doctor Gutiérrez, por favor- lo llamó Betty captando su atención-, evalué con el doctor Nicolás Mora las reestructuraciones de los puntos de venta- Ella se inclinó apoyando los codos sobre la mesa para dirigirse a todos los demás-. Vamos hacer unos ensayos con los dos almacenes principales de Ecomoda. Y vamos a pedirle a una agenda de publicidad que nos haga una compaña- Se acomodó los lentes-. Quiero anunciarles que una vez que Nicolás evalué todo lo que expusimos en este comité, habrá una nueva reunión para la aprobación final.

-Para estudiarlo, no para aprobarlo, ¿no?- preguntó Marcela alarmada.

-Para aprobarlo- ratificó, Beatriz con seriedad-, porque si no, no tiene sentido mi permanecía en esta compañía.

-Acláreme algo, doctora Pinzón- intervino Daniel, tras unos segundos de incomodo silencio-. Dentro de esas cosas que planea aprobar, ¿está incluido el regreso de este par de payasos a Ecomoda?- interrogó, señalando a Armando y a Mario sin apartarle su profunda mirada.

Yo soy Betty, la fea: Un Valencia junto a una PinzónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora