Capítulo 8

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Francamente, Daniel había tenido un día bastante ajetreado.

Desde muy temprano en la mañana, había estado brincando de una reunión a otra. Necesitaba urgentemente solventar todos sus pendientes laborales antes de entregar muy a su pesar, su tan apreciado cargo público.

Quizás, el Valencia podía ser tildado por la mayoría de la gente como una persona de mierda desde el punto de vista personal, pero en el ámbito laboral, Daniel se caracterizaba por su alto nivel de eficiencia y compromiso; y es por ello, que jamás nadie podría señalarlo por ser un profesional  mediocre.

«Y sin embargo te despidieron igual...»
No pudo evitar pensar con amargura mientras estrechaba otra mano más al finalizar una de sus tantas citas para ese día. Las ganas que tenía de mandar todo al carajo crecía con demasía a medida que trascurrian las horas e interactuaba mas con la gente del circulo que normalmente estaba tan orgulloso de pertenecer. Tanto las miradas como las palabras de lastiman que le brindaron los pocos que sabían la verdad de su "planeada renuncia"  no hacía otra cosa mas que irritarlo. Sin embargo, por muy incómodo que se sintiese y pese a la manera tan indigna, injusta y abrupta de su salida en el gobierno, tampoco es que pretendía comenzar ahora a convertirse en esa figura de "payaso" por la que tanto había criticado al inútil de Armando...

Él no haría una cantalenta pública por lo injusto que estaba siendo la vida en esos momentos..

Así que puso la mejor expresión altiva y sonrisa arrogante que tenía en su repertorio y siguió muy responsablemente con su apretada agenda, ni tiempo le dió de pensar así fuese por un segundo  en la revolución que estaba teniendo Ecomoda en los últimos tres días, hasta que de repente su asistente le informó que su última cita era a las 8:00 pm con la dra Pinzón.

El solo escuchar el apellido de esa mujer, hizo que los ojos verdes de Daniel se despegaran automáticamente del documento que había estado tan inmerso leyendo y haciendo correcciones.

Instantáneamente revovinó la conversación que había tenido con ella la noche anterior, lo cual produjo que muy sutilmente la comisura de sus labios se curvaran hacia arriba y ojos brillaran brevemente con cierta diversión.

Ah, Beatriz.

Había olvidado por completo a la mujer durante el día, no obstante, eso no significaba que su nuevo interés por ella se hubiese esfumado un poco. Al contrario, el trabajo por muy mierda que  había sido, funcionó como una perfecta distracción ante la creciente ansiedad que había experimentado al apenas haber podido concretar una cena con la Presidente.

Hacía menos de una semana que no quería ver a la mujer ni en pintura (o por lo menos no por gusto sino por obligación) y resulta que ahora deseaba que llegase la maldita hora pautada lo más rápido posible.

Menudas irónias de la vida.

Nelsin, dígale a Julián que vaya a buscar a la dra Pinzón en Ecomoda y que la lleve a Bon terra, yo la estaré esperando allí— ordenó al ponerse de pie, para luego retirar su saco del respaldar de la silla y colocarselo impecablemente—. Después de eso puede retirarse.

—Esta bien, Dr. Que  tenga buenas noches— dijo la mujer al salir de la  oficina y dejándolo solo.

Inconscientemente, la vista de Daniel paró en el cielo nocturno y  las númerosas luces de los edificios de la ciudad de Bogota que se veían a través de la ventana.

Era hora de poner en serio a prueba a Beatriz y su nueva personalidad. Y aunque aún le doliese en el ego y le costará secretamente admitirlo, gran parte de él deseaba que Beatriz no lo decepcionará.

Yo soy Betty, la fea: Un Valencia junto a una PinzónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora