Capítulo 13

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Otra vez, Armando Mendoza había jugado con Marcela y otra vez ella fue una estúpida al permitirlo.

¿Cuando se supone que iba a entender que su novio no era de fiar, si mas veces de las que podía contar lo había agarrado con alguna mentira? ¿Por qué insistía en creer que él cambiaría?, o mejor dicho, ¿por qué pensaba que ella podría cambiarlo?

«Porque te creiste especial» se encargó de aportar su mente sin si quiera meditarlo «Siempre te creiste tan única y valiosa que nadie podría ser capaz de ocupar tu lugar»

Oh, pero que equivocada estaba al pensar que ella era irremplazable. Su ego y arrogancia siempre fueron tan altos, que nunca contempló la idea de que Armando podría efectivamente enamorarse de otra mujer y por ende pudiera ser desplazada tan fácil de su corazón.

-¿Marcela?

-¿Qué?- respondió esta completamente distraída. Su mente en los últimos segundos se había alejado tanto, que sin darse cuenta dejó de prestarle atención a las palabras de su hermano.

-¿Qué si tienes que contarme algo mas que no sepa?- se repitió con cierto aire de impaciencia. Detestaba tener que decir las cosas mas de una vez.

Como la mujer todavía estaba muy afectada por el chisme, tardó un buen par de segundos en comprender la pregunta de su familiar y sobre todo, el motivo de ella. Y entonces, una alarma de advertencia dentro de Marcela resonó tanto que la bruma mental que se asentó temporalmente en su cabeza comenzó a disiparse aunque no tan rápido como le hubiese gustado, por lo no estaba muy segura si ella y su hermano iban sintonizados en el mismo canal.

¿Acaso Daniel, sospechaba algo entre Armando y Beatriz? Tenía que hacerlo, porque si no, ¿para que haría esa pregunta?

Oh, no, no, no, ella ya tenía suficiente en su plato como para que Daniel se enterasé del resto de los hechos siniestros que sucedieron por el bien de la empresa. El solo imaginarse los posibles escenarios que podrían llegar a pasar si ese hombre se terminaba de enterar de todo sería el acabose. Que Dios la perdonara por mentirle y ocultarle cosas a su hermano, pero ella jamás debía permitir que esa información le llegase, ya que de ello dependía lo último que le quedaba dignidad, sería horroroso que su apreciada intimidad quedara también en boca de él.

-No, no, para nada, mas bien sigueme contando lo que pasó- Decidió hacerse la ignorante y presionar rápidamente al hombre a que retomará la historia, siendo esa la mejor respuesta que se le ocurrió para evitar darle pie a que continuara esa indeseable línea de preguntas y así terminará olvidando el asunto.

Ah, pero Daniel no era estúpido.

Para bien o para mal, él era un ser demasiado perspicaz como para no darse cuenta sobre la discreta manera en la Marcela había intentado evadir su atención en cuanto a la duda que planteó. Su forma de accionar hizo que Daniel llegase a tres conclusiones:

1) Marcela no le iba a contar lo que sea que sabía porque se avergonzaba mucho de ello, y eso mismo quizas debía causarle una profunda herida a su gran ego.

2) Su teoría iba por buen camino o al menos una parte de ella, de ser así, ¿cuales serían las partes correctas?

3) Aunado con lo primero, le fue evidente también que su hermana estaba nuevamente encubriendo a Armando Mendoza y que este era el principal autor y culpable de algo mas. ¿De qué exactamente? Pues, todavía no estaba muy seguro, sin embargo ya medio intuía por donde iban los tiros.

Yo soy Betty, la fea: Un Valencia junto a una PinzónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora