Capítulo 15

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Habían pasado minutos, desde que el doctor Valencia se había retirado de la oficina de presidencia. Sin embargo, Betty seguía igual de conmocionada.

¿Eran ideas suyas? ¿O en serio, ese hombre acababa de giñarle un ojo? De ser así, ¿a qué venía eso? ¿Qué se supone que estaba jugando?

"Ese tipo anda detrás de usted" Y de la nada vinieron a ella unas de las tantas palabras que don Armando le había dedicado en la noche anterior, justo cuando acababa de retirarse de la incómoda cena con el doctor Valencia "Porque él sabe exactamente que usted tiene la empresa en sus manos, que lo tiene en sus manos. Y va hacer hasta lo imposible por ponerla de su lado."

Extenuada, Betty se quitó con una mano los lentes mientras que con la otra presionaba dos dedos sobre sus párpados cerrados.

Por Dios, ella ya no necesitaba estar involucrada en mas dramas o viles artimañas. Solo quería sacar a flote a Ecomoda lo mas rápido posible y dar por concluida esa faceta de su vida.

¿Acaso eso era mucho pedir?

Su respiración profunda no hizo nada para detener su inquietud. Pero aun así, se colocó otra vez los lentes y decidió continuar con su trabajo.

-¡Jefa!- La voz de su buen amigo Nicolás, llegó a sus oídos al entrar repentinamente a su oficina-. Ya terminé de hacer las vueltas que me pidió- reportó, tirándose sobre el cómodo sofa de la esquina.

-¿Y cómo le fue?

-De maravilla, jefa, de maravilla- celebró alegre desde su cómodo puesto.

-¿Y las llaves del carro?- Al principio de la tarde, luego de que llegasen de almorzar, Betty le había prestado una vez mas su vehículo para que pudiera salir a hacer las dichosas diligencias.

-Aquí, Betty, aquí- anunció enérgico, sacando el objeto de su bolsillo y jugando con este con la mano. Y en eso, se percató que ella seguía con el mismo y nulo estado de animo de horas antes-. Betty... por favor, alégrese un poco. Mire que esa señora ya se fue para Miami- Ella resopló a su comentario y se levantó de su asiento para guardar las carpetas en el archivero-. Ah, no... cierto que su problema mayor tiene otro nombre- soltó al recordar sus otras conversaciones a lo largo de ese día.

Mientras le daba la espalda al vicepresidente financiero, Betty se agarró de la gaveta del archivero y cerró los ojos con fuerza por el impacto emocional que sufrió al evocar la última mirada que don Armando le dió. Pero fue en ese punto en el que se volvió a estremecer mentalmente y tomó la medida drástica de bloquear ese pensamiento antes de que continuara derramarandose sin control alguno en su mente consciente.

Abriendo los ojos, se regresó a su abandonado asiento.

-Mire, Nicolás... Hoy ha sido un día muy largo y duro- declaró con seriedad. Una vez mas suspiró y se acomodó los lentes-. Además, mi incomodidad en este momento no se debe por él o doña Marcela, sino por otra persona.

Su amigo debió malinterpretar sus palabras, porque en menos de un santiamén pasó de estar acostado a quedarse muy rígidamente sentado.

-Ay, Betty, no me diga que todavía sigue molesta conmigo- preguntó preocupado.

Al mirarlo, ella entrecerró los ojos, recordando el hermoso episodio que le tocó vivir esa mañana con doña Marcela por su total y absoluta culpa.

-No le voy a negar que aun sigo disgustada por eso. Sin embargo, mi comentario anterior no se refería a usted- aclaró, para luego girarse hacia computadora y comenzar a teclear en ella.

-¿Ah no?- respondió el hombre con una mezcla entre confusión e interés-. ¿Entonces a quién?

Sin apartar la mirada de la pantalla del equipo, se limitó a decir.

Yo soy Betty, la fea: Un Valencia junto a una PinzónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora