14. ¿Game over?

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Ginebra

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Ginebra.

Luego de la confesión que había realizado hacia Harry, habíamos salido de la bodega sin hablarnos, fingiendo que estábamos bien. Él, prontamente me llevó a la zona del establo, en donde los caballos de su familia se hicieron presentes con un relinche. Tenía muy en claro que Harry estaba incómodo, ya que cada vez que trataba de acercarme, se alejaba unos metros para seguir conversando sobre los potrillos recién nacidos. Era como si mi presencia le causara escalofríos y miedo instantáneo. 

—¿Quieres montar a la yegua? —preguntó de pronto. 

Iba asentir con la cabeza, pero noté como Marcos aparecía por el lugar con sus manos en los bolsillos, mirando hacia ambos lados en donde estaban los caballos encerrados. 

—¿Por qué no me habías dicho que tenías caballos?

—No son míos —suspiró. 

Marcos tocó la cabeza del potrillo, el cual inmediatamente soltó un relinche para asustarlo. 

—Serán vendidos. No podemos tener tantos, no hay suficiente lugar como para ello —explicó a la vez que acomodaba la montura en el lomo de la yegua—. Si quieres uno, háblalo con mi padre. 

—Ya quisiera, pero por si lo olvidas, vivo en la ciudad. 

Harry sonrió mientras palmeaba el trasero del animal, lo que inmediatamente me hizo pensar que él debía hacer eso conmigo, porque deseaba sentir sus manos rozando mi piel al igual como lo había hecho en la bodega cuando nos besábamos con euforia. 

—¿Vas a montarla? —volvió a preguntarme. 

Quería montarlo a él.

No sé qué expresión puse, pero sabía que había sido una en donde había logrado colocar nervioso a Harry, lo que provocó que volviera alejarse para preparar otro caballo. 

—¿Pasearemos por el territorio Styles? 

—No hay mucho que ver, pero se disfruta cuando se hace a caballo —respondió Harry.

Sin esperar demasiado, acaricié a la yegua mientras con mi otra mano tomaba la silla de montar, dándome un pequeño impulso para luego pasar mi pierna por arriba, quedando suavemente instalada sobre la montura y con mis pies anclados en el estribo. Era algo que había aprendido después de todas mi clases de equitación que había realizado de pequeña. 

Observé a Marcos después de un rato, viendo con diversión como trataba de montarse. Harry trataba de tomar de su pies para impulsarlo, sin embargo, Marcos no hacía mayor esfuerzo para colocar de su parte y subirse. Luego, quedó de espaldas y soltó un resoplido frustrado al ver que no había quedado en la posición adecuada. Prácticamente se estaba sosteniendo del trasero del animal para no caer. 

—¿Por qué mejor no vas caminando hermanito?

Ambos me miraron cuando salí del establo.

—Gin hacía equitación —fue lo último que escuché al salir al sol. 

GAME OVER [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora