23. Confía.

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Harry

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Harry.

Ginebra no me observaba. Ella fingía que no estaba en ese lugar, o más bien, trataba de fingir que nunca había sucedido nada entre nosotros en esos días. La clase había iniciado como cualquier otra clase que hubiera realizado en ese año, sin embargo, la inquietud no se iba al estar en el mismo espacio que Ginebra, pensando en cómo solucionar nuestra mierda.

Tomando una hoja que había sobre mi escritorio, la observé de reojo, notando que su interés por la clase era completamente nulo. Ya no veía la misma motivación de siempre. Ginebra se había apagado. Y eso, no lograba hacerme sentir mejor. Soltando un suspiro, me gané en medio del salón, llamando la atención de todos mientras esperaba que ella también me mirara. Y sabría que lo haría, ya que lo que diría, le haría recordar su invitación del día miércoles.

—Se me ha pedido que les de una invitación. Mañana sábado, habrá una conferencia. Pueden asistir si gustan, la entrada es completamente gratis para los estudiantes —mencioné, logrando captar el interés de varios—. Será en la tarde, a las seis.

Los murmullos no se hicieron esperar, comentando y preguntando si irían. Y los dejé hablar, ya que no tenía ánimos de discutir con ninguno de ellos para hacerlos callar, por lo que nuevamente volví a mi escritorio mientras guardaba el papel en mi maletín. Pocos después, noté como Oliver conversaba con ella. Ambos parecían comentar lo mismo que los demás y, cuando no logré apartar la mirada a tiempo, Ginebra me miró fijamente.

Aparté la mirada hacia mi reloj de mano, disimulando ver la hora.

—Recuerden seguir avanzando en su seminario. Nos vemos en la próxima clase, pueden retirarse —avisé, escuchando el alivio de todos.

Noté como todos salían de la clase, incluyendo a Oliver y Ginebra.

Pasé la mano por mi cabello con frustración. Tomé del maletín y me quedé unos segundos, reflexionando. No tenía idea de cómo volver acercarme a ella sin volver a quebrarla, pero sentía la necesidad de hablarlo con seriedad, de que viera mi punto de vista y que me entendiera. Esto ya no era un juego, esa era la realidad.

Salí del salón dejando la puerta con llave y, al girar, me vi obligado a detenerme cuando vi a Thomas. Él estaba esperando en uno de los bancos del pasillo, mirándome con atención.

Lo que jodidamente me faltaba.

Caminé hasta él mirándolo con seriedad. Se colocó de pie y apretó sus labios mientras me observaba sin expresión. Pronto, soltó un suspiro cuando dejó caer las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta.

No tenía tiempo para esta mierda.

¿Por qué seguía haciendo mi vida imposible?

—¿Por qué le has entregado el anillo a Ginebra? —interrogué.

GAME OVER [H.S]Where stories live. Discover now