Extra 1

861 79 154
                                    

Harry.

Nuestras miradas se cruzaron por unos segundos, desafiandonos y odiandonos al mismo tiempo. Me acerqué un paso, pero este retrocedió al mismo tiempo. Y, al ver que deseaba huir de la escena, me adelanté tomando de su cuerpo peludo en el aire. Ahora sus patas trataban de rasguñarme, pero lo tomé con firmeza para ver su gorda cara peluda y refunfuñando.

—Animal del demonio —fue lo primero que dije—. Tu dueña se enterará de lo que hiciste con sus cortinas.

El felpudo rasguñó mi mano, cayendo al sueño con agilidad.

—Maldito gato... —gruñí.

Este soltó un maullido para luego estirarse sobre la alfombra e irse del lugar, dejándome como un idiota mientras lo veía escapar sin problemas. Solté un resoplido y observé una vez más el daño que había hecho el gato endemoniado.

Me dejé caer sobre el sofá, mirando de reojo la hora en la pared para pronto cerrar mis ojos y descansar mi cerebro. Aunque en vez de hacerlo, solo me dediqué a mover mi pie mientras pensaba.

Llevé el antebrazo sobre mi rostro, soltando un gran resoplido a la vez que mi pie se movía con impaciencia nuevamente.

—Jesús... —volví a ver la hora por tercera vez en esa noche—. Las doce.

¿Ginebra no debería de haber llegado ya?, sabía que le estaban celebrando una despedida de soltera, pero ella había prometido llegar temprano.

—Debería ir a dormir... o ver algo en el televisor —mumuré.

Mi cuerpo se sobresaltó cuando oí sonar el timbre. Y, tomando un par de segundos para ir hasta la puerta, me coloqué de pie y caminé con calma para abrir, fingiendo que no estaba pendiente de ella. Sin embargo, en vez de ver el rostro de mi novia, solo vi otras personas conocidas; Marcos, Gusgus y Oliver. Los tres parecían tener miradas maliciosas cuando ingresaron sin preguntar a la casa.

Carraspeé la garganta algo incómodo por su visita imprevista.

—¿Qué hacen aquí? —pregunté, notando como Oliver seguía al gato por detrás del sofá.

Marcos sonrió.

—¿No es obvio?

Entrecerré mis ojos.

—Mhm... no quiero una despedida.

—¡¿De qué estás hablando?! —chilló Oliver, sosteniendo finalmente al felpudito entre sus brazos. Quería ver cuando este lo rasguñara—. Ginebra está en este momento disfrutando de strippers y tú no quieres nada. ¿De qué estamos hablando?

Enarqué una ceja, curioso.

—¿Cómo sabes que está con strippers?

—¿Vives bajo una roca? —se burló.

Bufé en voz baja.

Gus en ese instante intervino al posar su mano sobre mi hombro. Me dio una mirada y negó con la cabeza.

—No sabemos qué están haciendo, pero si que la está pasando bien. Necesitas hacer lo mismo.

Presioné mis labios.

—No quiero personas que me estén bailando... —aclaré—. No soy de esas cosas.

—¿No quieres emborracharte?

—Me caso mañana... lo que menos quiero es una jodida resaca.

—¡Por favor hermano! —soltó frustradamente mi mejor amigo—. Solo serán un par de copas.

GAME OVER [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora