Capítulo 20

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—¿Eso es todo, señora Jarres? —la pregunta hubiera estado bien sino fuera por la forma en que me miró la oficial.

—Sí, oficial. Eso es todo.

Asintió, pero todavía quedó mirándome con juicio. Lo cual no entendía la razón. La respuesta llegó enseguida. El brazo de Tadeo me rodeó, y aunque sentí un alivio inmediato, no se me pasó desapercibida la mirada que le echó a nuestro contacto.

¿Estaba recriminándome?

—Hernán, ¿puedes verificar que todo esté en orden para que nos podamos ir? —habló Tadeo al abogado que se encontraba a un costado de nosotros—. Sofía no tarda en salir, y necesitamos que esto terminé antes de ir a buscarla.

—No se preocupen, puedo quedarme y ustedes pueden irse. Tenemos la declaración de la señora Delyla, que es lo más importante, ya de lo demás, me puedo encargar yo.

Deseaba desviar la vista de la mirada del oficial, pero algo me decía que, si lo hacía, estaría dándole la razón sobre su juicio hacia mí.

—¿Qué te parece? —el tono suave de Tadeo, indicaba nuestra cercanía. Lo cual no le pasó desapercibido tampoco a la oficial.

—Me parece bien.

Una mueca en la cara de la oficial, y me hizo querer decirle algo al respecto. ¿Por qué tenía que mirarme así? ¿Por qué todo mundo sacaba conclusiones antes de saber la verdad? ¿Por qué?

—Bien, quédate Hernán. Por cualquier cosa que ocurra, puedes mandar un mensaje. Estaremos al pendiente.

Al desviar la vista, observé que Tadeo se despedía con un apretón de manos. En un movimiento fluido, Tadeo me incitó a caminar. Pero tuve el tiempo suficiente para ver como el oficial negaba la cabeza y articulaba la palabra “zorra”

¿Qué?

—¿Delyla? ¿Estás bien? —preguntó Tadeo preocupado al ver que me detenía por completo.

Tuve que desviar la vista hacia él cuando observé la sonrisa de la oficial.

—Sí, estoy bien—mentí sin querer decirle la verdad, y mirando por ultima vez a la mujer que no dejaba de sonreírme con desdén.

Casi podía sentir la mirada de Tadeo en mí, pero en vez de decirme algo, se dio media vuelta y caminó hacia el abogado. Sin entender nada, lo miré conversando con el señor Hernán. Lo que sea que Tadeo le estuviera diciendo, el abogado no dejaba de asentir con entendimiento.

Con una mirada en shock, observé como Tadeo se acercaba y le decía algo a la oficial, y lo que sea que le haya dicho, esta mujer parecía atónita, para después lucir avergonzada.

Aun procesando lo que acababa de pasar, observé como Tadeo parecía verme con una mirada tensa.

—¿Qué pasó? ¿Por qué te fuiste? —pregunté cuando estuvo delante de mí.

Tomando mis hombres, se inclinó para mirarme directamente a los ojos:

—Estoy cansado de que soportes la mierda de la gente. No eres un saco de boxeo, Delyla. Eres una mujer que merece respeto. No necesitas darle explicaciones a nadie. Tienes que entender eso.

Tragué saliva.

—Lo sé, pero…¬—me detuve mientras tomaba mi rostro en sus manos.

—No hay peros. Nadie tiene derecho a mirarte como esa mujer. Me importa un carajo que sea una oficial. No tiene derecho a nada sobre ti.

—Es que ella no sabe la verdad y…—me detuve cuando me di cuenta que la estaba justificando. Con un nudo en la garganta, asentí mientras susurraba—: Tienes razón.

Moralmente Incorrecto(+18)Where stories live. Discover now