Capítulo 11

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—Nos vemos luego, señora Jarres.

El rostro neutro del abogado la hizo sentir nerviosa. No sabía porque sentía intranquilidad, pero al estrechar las manos del hombre que iba ayudarme a divorciarme, sentí que estaba fría. Sentimientos de que estaba cometiendo un error, embargó mi sistema.

El abogado pareció notar mi duda porque comentó haciéndose más grande mi inseguridad:

—Espero que sepa lo que hace, señora Jarres. Le asistiré en todo lo que pueda en la corte, pero si tiene dudas, es mejor que no proceda con esto. Siendo sincero, me he visto en un tramito exhaustivo para después ver que mi cliente se reconcilia con su pareja. Y aunque realmente sé que cobro mis honorarios, realmente creo que debería de pensar lo que está por hacer. ¿Realmente está dispuesta a perder su matrimonio por una decisión precipitada? ¿Vale la pena separarse de su esposo por alguien que tal vez no la quiera? ¿Cree que es movimiento inteligente por hacer? Piénselo detalladamente.

Sintiéndome pálida por ese brusco discurso, apenas pude replicar sin fuerzas:

—No hay alguien más.

El abogado mostró una sonrisa, dándome a entender con ella que no me creía nada. Aun cuando era cierto de que tenía algo. Se sintió que, en vez de sentirme protegida, me sentía juzgada.

—Por supuesto que no. Ahora si me disculpa, debo de retirarme. Tengo una cita en la cual no debo de llegar tarde.

Asentí con mi cabeza mientras cerraba los ojos. No quería derrumbarme en ese restaurante.

Incluso al sentirse sola, revisó visual el lugar y observó que algunos comensales eran familias. Sin embargo, aun cuando deseará continuar con este matrimonio. Hacía mucho tiempo que habíamos dejado de ser una familia. No podía continuar de esta manera. Me estaba ahogado, y sentía que el único aire que podía respirar era cuando estaba en compañía de mi hija, y en los brazos de Tadeo.
El hombre que estaba empezando amar de una manera que me era difícil de describir.

Era tan intenso. Todo él me absorbía por completo.

Pero no podía estar con él completamente hasta que no me liberará de los grilletes de este matrimonio con Liam. Sin embargo, por el mal trago que había tenido esta reunión, no deseaba tener a ese hombre a mi lado. Necesitaba a alguien en quien podía confiar, y no sentirme juzgada por su mirada. Ni mucho hacerme sentir mal que estaba haciendo algo erróneo.

Necesitaba seguridad.

Tomando esa decisión, y dejando de temblar; le escribí un mensaje al abogado que no comprendía mi necesidad de salirme de mi encierro, y le comuniqué que no deseaba sus servicios.

Tal vez, en su mente creyó que me había convencido, pero yo sabía la verdad. Necesitaba a alguien que me comprendiera. Sintiéndome con nuevas fuerzas renovadas, me levanté para retirarme del lugar.

Con pasos llenos de seguridad que no tenía al entrar al lugar, me alejé de ahí.

***

—Veo que vuelvas a ser tu misma.

La cena se me hacía difícil de dirigirla al sentir la mirada de Liam en mí.

Después de haber salido de ese restaurante busque otro abogado, este en recomendación de Tadeo. Fue un trato distinto. Al contrario del que había buscado yo misma, el señor Barrene no parecía insinuarme que era tonta por divorciarme del esposo que tenía. Él me apoyaba.

Así que después de aconsejarme que esperará unos días para que le llegará la notificación de divorcio a Liam, debía de actuar normal. Era algo que no deseaba hacer. Pero al parecer la posición de Liam podía contratar cualquier abogado que alegará que estaba abandonando mi hogar, y darle la oportunidad de que me quitará la custodia de mi hija.

No podía permitir eso.

Así que mientras llegaba esa notificación debía de aguantarlo. Después de eso, podría irme donde quisiera. Excepto con Tadeo. Aunque lo deseará, no podía permitirme hacer eso.

Todo movimiento tenía que ser controlado y manejado de una forma que le hacía sentir jaqueca. Sobre todo, el proceso que estaba por atravesar. Pero era eso, o seguir prisionera.

Debía ser fuerte. Por mí. Por mi hija. Por Tadeo.

Tomando agua, lo miré:

¬—No te confíes en eso.

Al Liam no lo enojo mi comentario, solo le hizo gracia. Su carcajada lo sentí como un insulto, pero sabiendo que mi hija estaba acompañándonos en la mesa, no dije nada. Pero podía sentir como estaba frustrada, pero sobre todo enojada. Liam era un imbécil que abusaba de su poder, pero, sobre todo, había sido totalmente estúpida al permitirme encerrar por él. Pero ya no. Había decidido volver a trabajar, y ahora estaba esperando respuestas por las múltiples solicitudes que había dejado.

Quería recuperar mi independencia. Esa que había perdido mucho tiempo.

Estaba levantándome de nuevo, y Liam vería que no debía de subestimarme.

¬—Papi, quiero que vayas a mi recital. Iras, ¿verdad?

Sin embargo, Sofía era un caso diferente. Ella era una niña, y no veía sus defectos, solo veía a su padre. Su amor por él era inmenso, y solo esperaba que Liam viera eso. Ella era una niña hermosa con sus ilusiones a tope, y no merecía que él las destruyera. No cuando no le costaba nada hacer sonreír a su hija de felicidad por verlo en un evento que a ella le hacía mucha ilusión.

—No creo, Sofía, en esas fechas estaré muy ocupado. Incluso tengo programado un viaje en la cual no puedo faltar.

La sonrisa de mi hija poco a poco se fue disminuyendo al ver la respuesta de su padre. Quise abrazarla, pero no podía seguir repelando los rechazos de Liam.

Pero la mirada triste de mi pequeña me hizo intervenir:

—Por favor, Liam. Es algo importante para ella.

Lo miré implorándole que lo entendiera, pero él parecía no darse cuenta de que Sofía parecía a punto de llorar.

—He dicho que no puedo, ¿no escuchan bien?

—Liam...—se levantó de golpe mientras gritaba:

—¡He dicho que no, maldita sea!

El gritó hizo que me hiciera hacia atrás mientras observaba como tomaba su chaqueta y sus llaves, y se terminaba dirigiendo a la entrada. Para después escuchar como la puerta se cerraba de golpe. Un momento después, escuché los llantos de mi hija. No lo dude, fui hasta donde estaba ella, y la abrace.

Sentía rabia e impotencia por no controlar esto. No quería verla sufrir. Pero, ¿Cómo podía evitarlo?

De pronto, lágrimas al sentir el dolor de mi hija, se derramaron sobre mis mejillas.

—¿Por qué papá no me quiere, mami?

Cerré los ojos mientras sentía que responder a eso, pero con un nudo en la garganta, contesté:

—Él te quiere, amor. Solo está muy ocupado por su trabajo.

—Pero mi tío tiene trabajo, y me prometió ir. Hasta juega conmigo, mami. ¿Por qué papá no hace lo mismo?

Intentando pensar rápido, contesté con la verdad:

—No lo sé.

—Él no me quiere, mami.

Y de pronto, su llanto se desató con fuerza.

Una furia enorme se arrojó sobre mi cuerpo al saber que el culpable de su sufrimiento era Liam. No sabía cómo en un tiempo lo amaba tanto, para ahora sentir solo odio por él.

Solo odio.

Pero lo iba a pagar. Me iba asegurar de ello.

Moralmente Incorrecto(+18)Where stories live. Discover now