CAPÍTULO 60. EPÍLOGO. Y estaremos juntos para siempre jamás

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Aquella tarde, seis meses después de la batalla, los amigos, junto a los Cazadores y a la bruja, se habían reunido a vislumbrar la hermosa aureola que dejaba tras de sí el atardecer que se perfilaba en las brumas, colmándolos de gran dicha.

—Lo mejor es disfrutar de la vida y ser felices —apuntó Tom.

—Y vivir en el presente y conocer el futuro —añadió Jake, cogiendo a su hija más pequeña de la mano, quien era pelirroja como Eleanor.

—Todos deberíamos poder dejar atrás el pasado —dijo David.

—Cuando la conocí pensaba que era un ángel —farfulló Zac—. Y mirad a qué he llegado ahora.

—Es una absoluta alegría ser madre o padre —sonrió María, besando a Nyx y poniéndola en la hierba.

La pequeña fue sostenida por Becky, la cual también se llenó de felicidad.

—Sí, es lo más dichoso que puede pasarte en la vida. Estoy como loca cuidándolos y tomando de sus manitas en todo momento.

—Una vez que lo tienes y lo sostienes en tus brazos, ya no hay placer comparable a ese —dijo Susan.

—Los hombres van después de los hijos —rio Eleanor, y las chicas se rieron con ella, mientras que los chicos mascullaron—. Incluso se ponen celosos de sus propios hijos.

—Eso no es verdad —rebatió Jude—. Sólo es que queremos ser tratados igual.

—La maternidad es un regalo que hay que saber apreciar —dijo Selene, y todos observaron a Nyx y a su prima Fe jugando a la par, contentas y preciosas—. Nunca cambiaría por nada la luz que ella me ha dado.

—La familia es lo más importante —dijo Vladislaus, y se estiró con la gracia de un gato, y besó a María en los labios—. Y es fundamental conservarla por sobre todo.

Zac se despidió de ellos en ese instante, atendiendo a que charlaban animadamente. Al llegar al campo, L se giró hacia él.

—La luz de tu sonrisa es lo más hermoso que existe sobre la tierra —dijo Zac, y ella le sonrió y se abrazaron.

—Me gusta mucho. Éste es un buen halago. Pero no te olvides de ellos —dijo L.

Lilian, ataviada con un bonito vestido blanco carente de mangas y unos zuecos, llegó corriendo hasta su padre, enseñando sus blancos dientes puntiagudos. Marius la siguió, silencioso como lo fuera L. Ambos se agarraron a su padre.

— ¡Papá! ¿Verdad que vamos a ver un mundo mejor que éste?

—Algún día lo veréis —les aseguró Zac, y ellos se revolcaron por la hierba verde de la pradera.

—Y tú estarás con nosotros, ¿a que sí? —le inquirió Marius.

Los dos niños lo miraron con ansiedad patente en sus hermosos rasgos infantiles. Zac se mordió el labio, dubitativo, y finalmente contestó lo que ellos querían oír.

—Claro que sí, mis niños. Estaremos juntos por siempre.

—Y todos cuidaremos de todos —dijo L, e hizo un ademán a los niños, que se les acercaron, y los cuatro se fundieron en un abrazo pleno de amor—. Ni tan siquiera la muerte puede separar a aquellos que se aman.

Zac la miró, ambos tomados de la mano, y pensó que era y sería muy feliz a su vera y a la de sus pequeños tesoros. Marius y Lilian continuaron con sus juegos, y aguardaban a divisar un mundo pacífico, florecido en verdades, multicolor, perlado de alegrías y donde no existieran los padecimientos ni la Nobleza matara a las personas. L se acordó de la antigua canción que hubo cantado hacía más de mil setecientos veinte años, y entendió que ésta había dado en el clavo. Había conocido al hombre capaz de cambiar su manera de ver el mundo y que la había ayudado a alcanzar la felicidad.

—Miremos al horizonte del nuevo mundo, L —le dijo Manos—. Un mundo donde podemos ser amados y amar a otros, y estar en paz con todo el mundo.

El sol se ponía en el cielo, y la noche era joven y tibia. L sonrió de alborozo, porque se sentía verdaderamente afortunada. El amor, esa fuerza inconmensurable e ininteligible para el Ancestro Sagrado, había destruido sus prisiones hechas de mentiras, sus prejuicios y sus temores, y por ello ya no necesitaba nada más que estar por siempre junto a su familia. Dejando de ser, al fin, la ignominiosa empero ilustre Cazadora de Vampiros L. Bajo las estrellas, la verdad resplandecía, y podía tocar la felicidad con sus dedos. Estaría junto a los que amaba por y para siempre, y más allá del fin del tiempo, y del origen mismo de la vida.

FIN DE CAZADORA DE VAMPIROS L II

Cazadora de Vampiros LWhere stories live. Discover now