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La Carta de Ares
«Emmily, perdón por no contestar antes, es que tuvimos una misión algo retirada de casa y no se me ocurrió llevarme el libro. Pero acá todos estamos bien y me alegra saber que ustedes también lo están. Y con respecto al guardapelos, Dumbledore aún no encuentra la manera de destruirlo, pero dice que lo tiene bien guardado, esperemos y pronto lo destruya. Y con lo de Voldemort, si, ya se enteró y escuche que, si los encuentra, no dudará en matarlos, así que, por favor, no vengan por ninguna razón. Walburga y Orión están bien, a ellos no les han hecho nada, por si se lo preguntaba Regulus, apenas ayer tuvimos un encuentro con ellos y, claro que le echaron la culpa a Sirius por su supuesta muerte, pero de ahí en fuera, todo está bien»
Regulus leyó aquel mensaje sintiéndose un poco más aliviado de saber que sus padres estaban bien, aunque no le gustó mucho saber que todavía Dumbledore no destruía el guardapelo. No sabía si contestar o no, pues no encontraba a Emmily.
—Madame Devellirs, buen día. —La mujer de cabellos blancos se giró al escuchar que la llamaba. Lisbeth estaba sentada afuera, disfrutando de la mañana.
—Buen día, muchacho.
El pelinegro se sentó junto a ella, dejando el libro frente a él.
—Quería preguntarle si ¿usted sabe dónde está Emmily? Ya la busqué por casi toda la casa y no la encontré.
—Oh, no te preocupes por ella, fue con Marcos y Alejandra a visitar la tumba de sus padres —dijo la mujer cambiando de página del diario El Fantasma de Nueva York—. Salieron muy temprano y tenían pensado llegar antes de que despertaras para que no te preocuparas por ella.
—Entiendo.
—¿Quieres desayunar o prefieres esperar a Emm?
—La espero —bajó sus ojos al libro— ¿De casualidad no tendrá un tintero y una pluma que me preste?
—Si. Ve al despacho de Marcos, es la tercera puerta que está al lado derecho de las escaleras, sobre su escritorio debe de tenerlo.
—Gracias —se puso de pie y camino de regreso al interior de la mansión.
La mansión estaba en silencio, los pequeños elfos domésticos iban y venían por el lugar haciendo sus quehaceres y regalándole una pequeña reverencia cuando pasaba junto a ellos. Hasta en esa familia trataban bien a los elfos domésticos.
Paso por las escaleras y comenzó a contar las puertas, cuando llego a la tercera la abrió, encontrándose con un amplio lugar. En una casa normal, ese lugar bien podría ser la sala de estar: hermosos sillones color gris perla estaban del lado izquierdo, frente a estos había una elegante mesa de vidrio, en medio de esta habitación estaba el escritorio negro y en la pared de atrás había una hermosa foto donde mostraba a cuatro personas. Alejandra estaba sentada en una silla, detrás de ella y a su derecha estaba Marcos con una mano sobre su hombro, del lado izquierdo había un joven de cabello negro, muy parecido a Marcos, frente a él estaba una rubia con una mira que podía llegar a intimidar a cualquiera.
—Adivinare, Marcos y Helen —dijo para sí mismo. Avanzo al escritorio buscando el tintero y pluma, pero solo estaba el tintero. Abrió un cajón buscando la pluma, pero tampoco estaba, abrió otro y la vio, pero también vio una carta donde pudo ver el nombre de Emmily—. No, Regulus, eso es algo privado, no te metas en sus cosas.
Se dijo a sí mismo y tomó la pluma, pero su curiosidad parecía que estaba ganando, desdoblo un poco más aquella carta, «¿Qué hará Emmily cuando se entere? ¿Crees que estará contenta con ustedes por ocultarle eso?» Frunció el ceño y su curiosidad gano aquella batalla que estaba teniendo. Tomo la carta y se sentó en la silla para leerla.
Entiéndelo Marcos, solo tú puedes convencerla que me lo venda. Ella no sabrá hacerse cargo del negocio, además, le pagare lo suficiente como para que no se preocupe en trabajar por un muy largo tiempo.
En cuanto regrese iré yo o mandare a Hermes para que hable con ella, y espero recibir la respuesta que quiero, porque si no, ella sabrá que todos ustedes siempre supieron cómo, o más bien, quien mató a su madre, así como si no la convences, ella sufrirá el mismo destino que la quería Eider, pero esta vez yo me encargare de eso.
Ahora dime, Marcos, ¿Qué hará Emmily cuando se entere? ¿Crees que estará contenta con ustedes por ocultarle eso? ¿Por mentirle diciendo que no sabían cómo había muerto? Se que su relaciona con los Fallen jamás fue la mejor y mucho menos desde lo que Alaric le hizo, y que Eider rechazara el compromiso lo empeoro mucho más, pero si no acepta venderme su negocio, conseguirá otro enemigo y sabes que yo soy peor que los Fallen.
Si de verdad la quieres, espero que la convenzas.
Que tengas un buen día.
Ares Thorngood.
Regulus frunció el ceño, «Ósea que los Fallen mataron a la madre de Emmily? pero ¿Por qué se lo ocultarían?» Dejo la carta donde la encontró y tomó la pluma y el tintero para escribirle una respuesta a James, pero su mente estaba en aquella carta todavía. "Así como si no la convences, ella sufrirá el mismo destino que la quería Eider, pero esta vez yo me encargare de eso." Se repitieron aquellas palabras, «¿Por qué pareciera que todos quieres matar a Emmily?»
Abrió el libro, miró la punta de la pluma en la tinta y comenzó a escribir:
«James, soy Regulus, Emmily salió, pero en cuanto regrese le diré que te escriba. Gracias por informarnos y gracias por mencionar que mis padres están bien y si puedes decirle a Sirius que me disculpe porque le reclamaran de algo que no tiene culpa. Espero que pronto encuentren la manera de destruir el guardapelo, si yo encuentro la manera, les diré. De nuevo, gracias»
Las palabras desaparición y a los pocos segundos volvieron a aparecer un nuevo texto.
«No tienes que agradecer, Regulus y tu hermano dice que no le importa, que ya está más que acostumbrado a los reclamos de tus padres. Espero que Emmy este bien, de hecho, espero que ambos estén bien y estén disfrutando del sol o la nieve, no se donde estén. Cuídala y cuídate tú también»
Regulus cerró el libro, dejo la pluma y el tintero de lado y se quedó hay sentado, pensando en cómo reaccionaría Emmily si se enterara de aquello.
—Aquí estas —alzó la vista para ver a la castaña parada en la puerta—, vamos a desayunar, que tengo hambre.
—Vamos —se puso de pie, tomó el libro y mientras caminaban hacia el comedor le contó lo que su primo había escrito.
Toujours Pur
No me gusto mucho este capitulo, pero ¿Qué tal aquella carta? De verdad, cada vez detesto mas a los Fallen, pero bueno.
El próximo capitulo ya estará mejor, lo prometo.
Los amo a todos ustedes por darle amor a esta historia. Los invito a que pasen por mis demás historias y también le den amor.